Ayer he recibido comentarios anónimos de una lectora que conozco, de quien no sabía yo nada desde hace mucho, y me ha sorprendido gratamente su visita llena de cariño. La conocí porque era asidua al mismo café que yo, y nos saludábamos. Después le compartí que escribo en un blog, y luego dejé de verla.
Los comentarios que ustedes, lectoras y lectores envían a mi correo, sus visitas, es lo que me obliga a escribirles.
No puedo mencionarlos pero están aquí incluidos y tienen que saber que cada vez que escribo en este espacio -que es nuestro- no me ocurre como al principio, que lo consideraba mi diario. Ahora sé que otras miradas acarician estas letras y las convierten en conversaciones cálidas, cercanas.
Estar con los demás, con los amigos, la familia, siempre me ha nutrido de especial energía.
Ustedes lectoras y lectores, me han acompañado por las vicisitudes de la vida, me han dado sus palabras de aliento, me ha reconfortado su sola visita.
Para ustedes gracias, brindo por la amistad que se genera de este modo extraño, en un mundo virtual, por medio de unos caracteres que forman palabras, que intentan decir mi pensamiento y emociones. Brindo con un aromático café etíope de sabor exquisito, al pie de mi ventana, contemplando la bruma de la incipiente mañana, presagio del otoño.
Para todos muchas gracias, tengo la mano en el corazón.
Los comentarios que ustedes, lectoras y lectores envían a mi correo, sus visitas, es lo que me obliga a escribirles.
No puedo mencionarlos pero están aquí incluidos y tienen que saber que cada vez que escribo en este espacio -que es nuestro- no me ocurre como al principio, que lo consideraba mi diario. Ahora sé que otras miradas acarician estas letras y las convierten en conversaciones cálidas, cercanas.
Estar con los demás, con los amigos, la familia, siempre me ha nutrido de especial energía.
Ustedes lectoras y lectores, me han acompañado por las vicisitudes de la vida, me han dado sus palabras de aliento, me ha reconfortado su sola visita.
Para ustedes gracias, brindo por la amistad que se genera de este modo extraño, en un mundo virtual, por medio de unos caracteres que forman palabras, que intentan decir mi pensamiento y emociones. Brindo con un aromático café etíope de sabor exquisito, al pie de mi ventana, contemplando la bruma de la incipiente mañana, presagio del otoño.
Para todos muchas gracias, tengo la mano en el corazón.
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