Hace tiempo que había escuchado de este rancho, y tenía ganas de conocerlo. Fue hasta este jueves, precisamente el día 15, que se me hizo.
El lugar antiguamente era una posta, calculamos que ahí descansaban y pasaban la noche los vaqueros o viajantes que venían de Maneadero o Ensenada, y se detenían ahí para que las bestias descansaran de la subida.
Ahora es un rancho donde hacen vino y queso, cuyo propietario, Don Heriberto, comenzó por hacer reuniones con sus amigos tocando música. Él siempre regalaba el vino, pero con el tiempo se fue haciendo cada vez más grande la reunión y un buen amigo le aconsejó que hiciera esas reuniones abiertas al público y cobrara el vino.
Así es como sucede ahora, los jueves y domingos. El vino es rico, pues según supe, el tipo de uva que tienen sólo se da en ese rancho. Y además es barato.
Generalmente la reunión es en el fogón, pero esta noche había mucha más gente debido al festejo de la independencia, así que estábamos por todos lados. La edificación de la casa es de piedra y estar ahí es como un viaje por el tiempo, tal como me dijo mi hija. La cocina, como verán, conserva el sabor del tiempo, y todo en general se ha preservado de tal manera que uno puede apreciar esa atmósfera tranquila, amigable y campirana que en estos días es tan difícil de encontrar.
Cuando percibí el lugar pensé: "Sí, viva México, pero aquí vive todos los días"...
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Con mi madrina del Tule y demás amigas |
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Comprando buñuelos ¡deliciosos! |
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Buena música y gran ambiente |
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Nos enseñan cómo se baila |
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