Bueno, comienza a reclamar el cuerpo por todas esas humedades de las tardes con lluvia o aguaceros. Los huesos se resienten un poco con la caminadera y la nariz y los ojos irritados por la sequedad también reclaman su descanso...
Así que allá voy, de regreso a ese puerto al que no termino de apropiarme pero donde sé que tengo casa y querencias.
Dejaré esta ciudad -que esta vez no ostenta jacarandas- con sus grandes, viejos o nuevos edificios, y sus enormes diferencias.
Lo digo porque Gaby mi prima me contó que una amiga suya padeció la inundación de Valle Dorado. Es una zona "nice" en donde rápidamente pusieron policías a vigilar las pertenencias de los dueños afectados, algunos de los cuales de inmediato contrataron empresas profesionales de limpieza para volver a ordenar sus casas. El gobierno otorgó quince mil pesos por casa para compra de electrodomésticos, y una señora comentó que eso no alcanzaba ni para pagar la puerta de su casa...
Los muebles y aparatos "inservibles" porque fueron afectados por el lodo o aguas negras, se han recogido en camionetas por personas que irán a revenderlas a las colonias en las que, habiendo perdido sus techos de cartón, no tendrán inconveniente en comprar cosas sucias o usadas, porque saben que cuando uno sabe lavar, puede dejarlas otra vez como nuevas...
Vivimos en este país, en este mundo de diferencias abismales. Lamento mucho lo ocurrido en Valle Dorado pero siento que fueron atendidos con más cuidado y prontitud que si hubieran sido gente habitando casas de interés social.
Una de ésas, por cierto, pero en Ensenada, le está siendo adjudicada en estos momentos mediante la firma de escrituras en la notaría a Paola, que ha logrado con su esfuerzo contraer el compromiso de pagarla. En 1998 escribí en mi diario que Paola se iba de ésta, su casa en el DF, a su nueva vida. Y hoy escribo que no tarda en salir hacia su nueva, quizá definitiva casa por un tiempo...
Y mientras tanto la lluvia.
Así que allá voy, de regreso a ese puerto al que no termino de apropiarme pero donde sé que tengo casa y querencias.
Dejaré esta ciudad -que esta vez no ostenta jacarandas- con sus grandes, viejos o nuevos edificios, y sus enormes diferencias.
Lo digo porque Gaby mi prima me contó que una amiga suya padeció la inundación de Valle Dorado. Es una zona "nice" en donde rápidamente pusieron policías a vigilar las pertenencias de los dueños afectados, algunos de los cuales de inmediato contrataron empresas profesionales de limpieza para volver a ordenar sus casas. El gobierno otorgó quince mil pesos por casa para compra de electrodomésticos, y una señora comentó que eso no alcanzaba ni para pagar la puerta de su casa...
Los muebles y aparatos "inservibles" porque fueron afectados por el lodo o aguas negras, se han recogido en camionetas por personas que irán a revenderlas a las colonias en las que, habiendo perdido sus techos de cartón, no tendrán inconveniente en comprar cosas sucias o usadas, porque saben que cuando uno sabe lavar, puede dejarlas otra vez como nuevas...
Vivimos en este país, en este mundo de diferencias abismales. Lamento mucho lo ocurrido en Valle Dorado pero siento que fueron atendidos con más cuidado y prontitud que si hubieran sido gente habitando casas de interés social.
Una de ésas, por cierto, pero en Ensenada, le está siendo adjudicada en estos momentos mediante la firma de escrituras en la notaría a Paola, que ha logrado con su esfuerzo contraer el compromiso de pagarla. En 1998 escribí en mi diario que Paola se iba de ésta, su casa en el DF, a su nueva vida. Y hoy escribo que no tarda en salir hacia su nueva, quizá definitiva casa por un tiempo...
Y mientras tanto la lluvia.
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Saludos...