Aquí, contra todo lo que se pueda imaginar, la vida resulta maratónica en el caso de Alicia Olivera y sus secuazas... El viaje para llegar aquí fue una pesadilla y quienquiera que haya intentado pasar una noche en el avión sabrá de lo que hablo. El caso que llegué y comenzó la movedera: llegar a tientas a casa de Alicia porque cambié el celular y sus datos quedaron en el anterior, ya que no pude utilizar el mismo chip. Mi memoria no me falló y arribé. Desayunamos y salimos a unas entrevistas al radio, me encontré con Guadalupe y Saúl, también involucrados en las actividades para la comunidad, estuvimos arreglando un taller extra con ellas para Tezoatlán, fuimos a casa de los papás de Alicia porque ella no había comido, regresamos en la tarde para ir a comprar el material para el taller, pasamos al parque porque Alicia tenía compromiso de repartir papeletas informativas sobre el asunto del petróleo, se proyectaron videos, tuvimos público cautivo a causa de un aguacero y al fin fuimos a casa porque yo traía ya mucho cansancio.
Ahora me estoy peleando para poder poner aquí las fotos, Paco el hijo acaba de traerme las llaves porque estaba yo encerrada.
No, las fotos hasta después.
Ahora me estoy peleando para poder poner aquí las fotos, Paco el hijo acaba de traerme las llaves porque estaba yo encerrada.
No, las fotos hasta después.
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