Los últimos días transcurridos han sido toda una experiencia familiar. Hacía mucho no recobraba esa sensación de no tener sentido del tiempo, de compartir con la familia día y noche, comer a toda hora, bromear, desvelarse, hacer juegos de mesa, salir apretujados en autos a paseos, conocer más de cerca a la familia.
Hablo de la "nueva" familia que recién encontramos en San Diego y que nos convidó a pasar los días de asueto en su casa. Vino la mamá de Alex, su hermano menor y su novia desde el DF y Francisco llegó de su vacación en Guadalajara para integrarnos. Incluso nuestros dos perros se unieron a las tres de casa en otra manada armónica y feliz -siempre que no le pregunten a la chiquita miedosa-.
Aprendí cosas de mi nueva familia: la tolerancia hacia situaciones que por saturación pueden resultar incómodas; la unión y el respeto a pesar de situaciones difíciles; la claridad y lucidez de Lety para manejar sus posturas y exponer sus puntos de vista sin rebuscamientos ni disimulo y sin atropellar sensibilidades.
Y luego de estar con ellos unos días vinieron todos a casa, a conocer Ensenada en el caso de la Güera y Eduardo y mi tocaya, su novia. Lástima que sentí que ellos estuvieron decepcionados del paseo y de la convivencia familiar. Su actitud me hizo pensar que un día sin hacer compras no es un día excelente y conduce al aburrimiento pero probablemente debo entender que para ellos el viaje era para eso, para hacer compras y no para estar con la familia, lo cual por supuesto debe respetarse.
Por lo demás, creo que pasamos horas deliciosas disfrutando la excelente cocina de Lety, la impresionante buena afitrionía de sus hijos y su esposo, la calidez de su hermano y cuñada, y en fin, para muestra, las fotos...
Y si siempre he mencionado que no sé qué sería de mí sin mis amigas, pueden imaginar lo que diré respecto a la familia.
Doy gracias a la vida porque en estas últimas semanas me ha regalado con muchas emociones y sentimientos que habían estado aletargados por un tiempo. Así que como dijo Frida: ¡Viva la vida!
Hablo de la "nueva" familia que recién encontramos en San Diego y que nos convidó a pasar los días de asueto en su casa. Vino la mamá de Alex, su hermano menor y su novia desde el DF y Francisco llegó de su vacación en Guadalajara para integrarnos. Incluso nuestros dos perros se unieron a las tres de casa en otra manada armónica y feliz -siempre que no le pregunten a la chiquita miedosa-.
Aprendí cosas de mi nueva familia: la tolerancia hacia situaciones que por saturación pueden resultar incómodas; la unión y el respeto a pesar de situaciones difíciles; la claridad y lucidez de Lety para manejar sus posturas y exponer sus puntos de vista sin rebuscamientos ni disimulo y sin atropellar sensibilidades.
Y luego de estar con ellos unos días vinieron todos a casa, a conocer Ensenada en el caso de la Güera y Eduardo y mi tocaya, su novia. Lástima que sentí que ellos estuvieron decepcionados del paseo y de la convivencia familiar. Su actitud me hizo pensar que un día sin hacer compras no es un día excelente y conduce al aburrimiento pero probablemente debo entender que para ellos el viaje era para eso, para hacer compras y no para estar con la familia, lo cual por supuesto debe respetarse.
Por lo demás, creo que pasamos horas deliciosas disfrutando la excelente cocina de Lety, la impresionante buena afitrionía de sus hijos y su esposo, la calidez de su hermano y cuñada, y en fin, para muestra, las fotos...
Y si siempre he mencionado que no sé qué sería de mí sin mis amigas, pueden imaginar lo que diré respecto a la familia.
Doy gracias a la vida porque en estas últimas semanas me ha regalado con muchas emociones y sentimientos que habían estado aletargados por un tiempo. Así que como dijo Frida: ¡Viva la vida!
Comentarios
Besos,
Ophir