Hay fechas que recuerdo, aunque son muy pocas. Sólo tengo presentes algunos cumpleaños, y los aniversarios de otras cosas generalmente no están en mi cabeza. Pero en la fecha que puse por título ocurrió un gran cambio en mi vida, y por eso permanece.
Aquel día no hubo agua en la casa, y acompañada por una de mis tías nos fuimos a unos baños públicos a darnos un baño turco porque yo necesitaba estar particularmente reluciente por la noche.
En casa de mi abuelita, donde yo vivía, todo seguía normal: muchos niños, juegos, café a toda hora. En cierto momento de la tarde procedí a vestirme para la ceremonia: el vestido estaba listo, sencillo, y tenía yo una sensación rara porque jamás había usado antes un vestido largo, en agosto había cumplido 18 años, y era mi primera vez... en muchas cosas.
Me quité los pasadores del cabello, que me quedó un poco rizado, y acomodé el tocado que había comprado en el centro con florecitas de migajón en tonos pastel. No encontré guantes.
Al poco rato me avisaron que habían llegado por mí. Pepe había transformado su automóvil y ahora estaba forrado de satín blanco, sin el respaldo delantero para mi mayor comodidad al ocupar el asiento trasero, y con un círculo de margaritas con un punto en medio en el cofre, indicando su "misión cumplida". Yo era, desde luego, la persona más importante del mundo en esos momentos.
Me despedí de la familia en casa, sólo me acompañarían mis padres y una hermana de mi mamá con su hija, ya que los demás no comulgaban con la idea de la ceremonia.
Claro que en el auto sólo iba yo, como una reina, recorriendo el camino de la Col. Roma a la del Valle, en el DF, donde me esperaban.
Y fue en aquella noche que empezaba, cuando contraje mis primeras nupcias. Con un corazón pequeño y grande, como grandes eran las ilusiones. Con una alegría tan desbordante que el sacerdote nos indicó que "no es un juego"...
Hoy miro a aquella chica, la percibo adentro de mí con su ingenua frescura, y me alegro que se hubiera quedado intacta después de todo, que guardara lo bueno y lo demás lo olvidara.
Soy esta mujer y aquella casi niña. Soy toda esta experiencia pero también esa inocencia.
Me alegra haber crecido un poco, y no me refiero solamente a las canas.
Aquel día no hubo agua en la casa, y acompañada por una de mis tías nos fuimos a unos baños públicos a darnos un baño turco porque yo necesitaba estar particularmente reluciente por la noche.
En casa de mi abuelita, donde yo vivía, todo seguía normal: muchos niños, juegos, café a toda hora. En cierto momento de la tarde procedí a vestirme para la ceremonia: el vestido estaba listo, sencillo, y tenía yo una sensación rara porque jamás había usado antes un vestido largo, en agosto había cumplido 18 años, y era mi primera vez... en muchas cosas.
Me quité los pasadores del cabello, que me quedó un poco rizado, y acomodé el tocado que había comprado en el centro con florecitas de migajón en tonos pastel. No encontré guantes.
Al poco rato me avisaron que habían llegado por mí. Pepe había transformado su automóvil y ahora estaba forrado de satín blanco, sin el respaldo delantero para mi mayor comodidad al ocupar el asiento trasero, y con un círculo de margaritas con un punto en medio en el cofre, indicando su "misión cumplida". Yo era, desde luego, la persona más importante del mundo en esos momentos.
Me despedí de la familia en casa, sólo me acompañarían mis padres y una hermana de mi mamá con su hija, ya que los demás no comulgaban con la idea de la ceremonia.
Claro que en el auto sólo iba yo, como una reina, recorriendo el camino de la Col. Roma a la del Valle, en el DF, donde me esperaban.
Y fue en aquella noche que empezaba, cuando contraje mis primeras nupcias. Con un corazón pequeño y grande, como grandes eran las ilusiones. Con una alegría tan desbordante que el sacerdote nos indicó que "no es un juego"...
Hoy miro a aquella chica, la percibo adentro de mí con su ingenua frescura, y me alegro que se hubiera quedado intacta después de todo, que guardara lo bueno y lo demás lo olvidara.
Soy esta mujer y aquella casi niña. Soy toda esta experiencia pero también esa inocencia.
Me alegra haber crecido un poco, y no me refiero solamente a las canas.
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Con mi padre, q.e.p.d. |
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