Por razones de estudio, de pereza, de crisis, de calor, de cumpleaños, de lo que quieran.
Pero aquí estoy de nuevo en este soliloquio que de vez en vez es roto por otras voces que responden o animan o ¿por qué no? reconvienen...
Estamos en Ensenada a 30 grados de temperatura, lo cual es insólito para el temperamento de este lugar, de suyo fresco y grato. YA se sabe: siento que me ahogo, siento que me vaporizo, no puedo estarme quieta y todas esas cosas que no calman el agua fría o la limonada con hielo.
La temperatura política, por otro lado, parece haber disminuido, aunque no creo que se haya enfriado por completo. Seguimos pensando que somos víctimas de un deshonroso robo, un fraude que no queremos permitir, seguimos pensando que fue completamente deshonesto comprometer a la gente a votar a cambio de dinero que ahora resulta que de dónde salió...
Pero entre paréntesis, ayer fue mi cumpleaños y tuve un festejo feliz, personal, intenso y amoroso.
Contemplar el líquido, ondulante rostro del mar y escuchar esa voz de trueno que por tantos años me llenó de miedo, ahora con calma, me llevó a reflexionar en todos estos años.
Efectivamente, llenos de cosas. De todo tipo de cosas: pobreza, soledad, enfermedad, pérdidas, violencia, inseguridad, dolor. Y su contraparte: tranquilidad, compañía, salud, alegría, amor, familia. Todas cosas que se han atravesado y me han hecho crecer, queriendo o no.
Esta alegría de evocar el pasado marcado por la pena ahora con con una sonrisa en el rostro y la calma en el alma, no es poca cosa.
Esta sensación de estar en el mejor momento, el más luminoso, el más amoroso, el más intenso, el más gratificante, el más preciado... porque claro, es lo que debo pensar de cada uno de mis momentos para seguir en el intento del optimismo a ultranza, del acecho a la felicidad.
Tengo montones de razones: abrazos en mi buzón, en mi correo, en mis manos. Palabras de aprecio, de amor de reconocimiento que como siempre, me comprometen a seguir dando, a seguir dándome, a partirme con quien quiera que necesite de mi aliento, de ser escuchado, acompañado, comprendido. Son sólo mis intentos, pero con la mejor de mis intenciones.
Así que como cantó Violeta, "Gracias a la vida", que me ha dado tanto: la posibilidad de vivir como vivo este momento.
Pero aquí estoy de nuevo en este soliloquio que de vez en vez es roto por otras voces que responden o animan o ¿por qué no? reconvienen...
Estamos en Ensenada a 30 grados de temperatura, lo cual es insólito para el temperamento de este lugar, de suyo fresco y grato. YA se sabe: siento que me ahogo, siento que me vaporizo, no puedo estarme quieta y todas esas cosas que no calman el agua fría o la limonada con hielo.
La temperatura política, por otro lado, parece haber disminuido, aunque no creo que se haya enfriado por completo. Seguimos pensando que somos víctimas de un deshonroso robo, un fraude que no queremos permitir, seguimos pensando que fue completamente deshonesto comprometer a la gente a votar a cambio de dinero que ahora resulta que de dónde salió...
Pero entre paréntesis, ayer fue mi cumpleaños y tuve un festejo feliz, personal, intenso y amoroso.
Contemplar el líquido, ondulante rostro del mar y escuchar esa voz de trueno que por tantos años me llenó de miedo, ahora con calma, me llevó a reflexionar en todos estos años.
Efectivamente, llenos de cosas. De todo tipo de cosas: pobreza, soledad, enfermedad, pérdidas, violencia, inseguridad, dolor. Y su contraparte: tranquilidad, compañía, salud, alegría, amor, familia. Todas cosas que se han atravesado y me han hecho crecer, queriendo o no.
Esta alegría de evocar el pasado marcado por la pena ahora con con una sonrisa en el rostro y la calma en el alma, no es poca cosa.
Esta sensación de estar en el mejor momento, el más luminoso, el más amoroso, el más intenso, el más gratificante, el más preciado... porque claro, es lo que debo pensar de cada uno de mis momentos para seguir en el intento del optimismo a ultranza, del acecho a la felicidad.
Tengo montones de razones: abrazos en mi buzón, en mi correo, en mis manos. Palabras de aprecio, de amor de reconocimiento que como siempre, me comprometen a seguir dando, a seguir dándome, a partirme con quien quiera que necesite de mi aliento, de ser escuchado, acompañado, comprendido. Son sólo mis intentos, pero con la mejor de mis intenciones.
Así que como cantó Violeta, "Gracias a la vida", que me ha dado tanto: la posibilidad de vivir como vivo este momento.
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