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Últimos días del viaje al DF

Al principio me parecían muchos días, y ahora que veo cuándo regreso, ¡se me han desaparecido! Claro, esta magnífica ciudad tiene mucho de culpa con sus enormes distancias y su tránsito siempre anquilosado.
He sido prudente con la comida esta vez, pero no dejé de paladear unos tacos de suadero, tripa y pastorcitos.
Tuvimos lectura gracias a los increíbles y rápidos oficios de las poetas chintololas Estela Guerra y María Elena Solórzano, el jueves pasado en la Casa de la Palabra José Emilio Pacheco, en Azcapotzalco, también leyó la maestra María Elena Cerecero. Ella me hospedó unos días en su casa de Lago de Guadalupe, lejísimos de San Pedro de los Pinos, donde trabajamos muy a gusto los textos que someteré a revisión para posible edición. Nada como tallerear los textos de los que tantas veces nos sentimos inseguras, con una maestra sabia que no por amiga deja de sugerirme ideas para mejorar... ¡cuánta suerte la mía!
Una entrevista familiar con mi tía Tere Goytia y las niñas Adry y Gaviota, degustando un almuerzo italiano larguísimo y delicioso en el domingo que nos tenía mareadas por el cambio de horario y las desveladas.
Me falta ver a mi querida Alicia Olivera, con quien no doy desde ayer, ir al Museo del Escritor, pasar por el mercado de Mixcoac y recoger las bolsas que diseña mi amiga poeta Diana Vallejo, para dar por terminada mi visita en la ciudad.
Es muy hermoso llegar aquí y sentirme siempre acogida, cuidada, apreciada, divertida, paseada... ¡ah, porque hoy iré también a la venta de libros en el Auditorio!... Pero, definitivamente, la querencia está en Ensenada, me esperan unos brazos cálidos, es decir, mi hogar.

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Poema para los niños migrantes

Para los niños migrantes Temprano te salieron alas y esparces la ceniza de un vuelo inesperado. Vuelas hacia una tierra prometida que no existe , donde leche ni miel encontrarás. Encerrarán tu vuelo en jaulas y el miedo que aprendiste a dejar lejos regresará a morderte por las noches. Ningún río te besará con agua fresca, ninguna señal de la cruz sobre tu frente te va a guardar de la amargura. Somos testigos de la decapitación de tu infancia, de tu niñez hoy preñada de dolor, de pies cansados y ojos secos. Que la vergüenza nos cubra cada que te preguntes o que pidas, que el corazón nos duela hasta que tengas alas con vuelo renacido.

Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad

Recordando la vieja máquina de escribir...

Estoy fascinada porque un amigo me puso un programita en mi compu que hace que cuando escribo mis importantísimos asuntos, mi teclado suene como máquina de escribir... Es que recuerdo aquellos tiempos en los que las colegiaturas de mis hijos y nuestra manutención dependían de la velocidad y ritmo de ese mágico sonido... En esta foto, la imagen de la primera máquina eléctrica que me tocó usar, cuando llegué a la ciudad de México a trabajar en el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Un tiempo después ésta fue mi favorita, la máquina de esfera, porque le podía cambiar los tipos de letra y hasta el color de la tinta porque había cintas de color sepia. Se me descomponía con frecuencia hasta que el técnico descubrió que yo era demasiado rápida al escribir y se trababa la esfera, já já. Además de trabajar en una institución, ponía anuncios en el periódico para mecanografiar trabajos. Desde luego lo más socorrido eran las tesis, hice muchas pero además me tocó hacer el directorio