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Pero estoy de pie

Sí: ni la gripa, ni los noticieros, ni las ausencias de los amigos, ni los golpes bajos en la política local, nada me ha dejado tirada.
Siempre he dicho que soy optimista, y sé encontrar todas las demás cosas que alimentan esperanzas. El hallazgo de un amigo de la juventud, saber de su vida, escuchar su voz, saberlo bendecido; la voz de mis hermanas y hermanos que viven lejos, la alegría a contraviento de mi hija, la fiel compañía y el cuidado de mis amigas presentes o ausentes, el cariño de mis primas, las palabras de mi tío Lalo, las llamadas de Mauricio, las atenciones de Edgar, la comprensión de mi casera, las hojitas recién salidas en el limonero que creía perdido, mi patio con menos matas, la Nube recién  bañada por su tía Iris, la visita de Alex, la solidaridad de Delia y los ángeles que me manda, las visitas de Pat Gómez desde Chile donde ahora anda Yadira, los poemas de Oscar Wong, la neblina de esta tarde...
Y estar aquí en cama desde el martes, batallando con los bichos de la gripa pero en paz, escuchando ya los inicios de estos días navideños empalagositos, tibios, llenos de ponche y cariñitos.
Tengo muchas más razones para estar en pie. El dolor que tanto se asoma por estas letras, siempre puede ser avasallado por mi convicción de no claudicar, defender mi sueño y mi alegría. A pesar de los pesares.

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