Siempre me han llamado mucho la atención las cajas. De todo tipo: de cartón, de lata, de papel, de madera. Y he estado trabajando desde hace años en algunas, justamente una pequeña serie que llevé a Costa Rica quedó en casa de mi amiga Julia. Escribí un poema a las cajas.
Retomando ese gusto, anoche concluí el veliz titulado "Modernity can wait", así como "Armario" y "Retrato de familia", que pongo a su consideración. Son cajas de puros estas últimas.
Al igual que los libros que intervengo, estas cajas me llegan por conducto de la hija o amigas que saben lo que me gusta trabajar en esto. Es sólo cuestión de recortar y pegar.
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