Primero fue la misteriosa y extraña aparición de las hormigas -como dijo Becerra- y luego mi lavadora me dejó hablando sola: justo en el ciclo en el que debía exprimir, se le agotaron las fuerzas o le dio un síncope o algo pasó y se detuvo. Ni un solo sonido, rechinido, rumor, salió de su cuadrado y esmaltado cuerpo. Hube de sacarle el agua bajando su manguera al piso. Luego me lancé a buscar a quien denominaremos El Primer Técnico, que luego de pedir datos y datos, aseguró que vendría a consultarla. Nadie apareció por la casa. Al siguiente día decidí ir a buscar al Segundo Técnico, que tras preguntar dirección y marca y nombres y teléfono, aseguró lo mismo que el primero, procediendo a hacer exactamente lo mismo: no venir. Hoy por la mañana al rato de haber despertado, recibí un mensaje en mi celular en el cual un amigo me decía que nos veíamos a las tales horas en tal lugar, sin más ni más. Bueno, no tengo pendientes y puedo ir, pensé extrañada. Pero cuando me estaba arreglando para...
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias