Así, sin saber cómo, sin saber de dónde. Como es la muerte: sin aviso. Así partió Arturo Rodríguez R., "Don Arthur" para todos, ese hombre generoso, inmenso, apacible, buen amigo.
Años de verlo constantemente detrás del mostrador del Café Tomas, lugar que es imposible pensar sin la sonrisa y el afecto de Don Arthur.
Quiso el destino que de pronto, mientras veía la tele en su casa donde vivía solo, rindiera su alma al Creador. Y esa misma extraña suerte hizo que mi hija con un amigo lo fueran a buscar y lo encontraran "demasiado tarde" para todos nosotros.
Cuesta asimilar esta sorpresa, el desconcierto y la pena nos agobian y nos hacen pensar de inmediato en cuándo fue la última vez que lo vimos, cuándo le dijimos cuánto lo apreciábamos...
Pero para nuestra tranquilidad en la conciencia, él se sabía querido. Nos queda la reflexión de lo frágil que es nuestra existencia, de cómo tendríamos que vivir cada día como si en cualquier instante tuviéramos que pedir la cuenta...
Descanse en Paz, Don Arthur, siempre vivo en el cariño y la memoria.
Años de verlo constantemente detrás del mostrador del Café Tomas, lugar que es imposible pensar sin la sonrisa y el afecto de Don Arthur.
Quiso el destino que de pronto, mientras veía la tele en su casa donde vivía solo, rindiera su alma al Creador. Y esa misma extraña suerte hizo que mi hija con un amigo lo fueran a buscar y lo encontraran "demasiado tarde" para todos nosotros.
Cuesta asimilar esta sorpresa, el desconcierto y la pena nos agobian y nos hacen pensar de inmediato en cuándo fue la última vez que lo vimos, cuándo le dijimos cuánto lo apreciábamos...
Pero para nuestra tranquilidad en la conciencia, él se sabía querido. Nos queda la reflexión de lo frágil que es nuestra existencia, de cómo tendríamos que vivir cada día como si en cualquier instante tuviéramos que pedir la cuenta...
Descanse en Paz, Don Arthur, siempre vivo en el cariño y la memoria.
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