Todo el mes pasado, con dos intervalos de apenas tres días, me la pasé con gripa, y esta semana pasada me cayó otra encima. Son distintas de las que recordaba, ya mencioné antes que hacía mucho tiempo que no me enfermaba de gripa. Esta vez el dolor de huesos y de cabeza es lo más escandaloso. Curiosamente, no he tenido ningún flujo nasal, y me pregunto si es esa la razón por la cual de repente en la mañana cuando desperté, ¡nada! no podía abrir los ojos, estaban completamente pegados.
Inmediatamente reviví la sensación cuando, de niña, me amanecían los ojos pegados a causa de las "perrillas", esas hinchazones purulentas que durante la noche reventaban y me dejaban los ojos sellados con sangre que mi madre o mi abuela pacientemente diluían con algodones empapados en agua de rosas de castilla tibia...
Esta vez no madre, no abuela, sólo esa mano temblorosa que se dirige para percibir qué clase de cosa está envolviendo al ojo, percibe una sustancia reseca y arenosa, se dirige al lavabo, moja un algodón con agua corriente de la llave y limpia la superficie hasta que puede abrir los párpados. Entonces contemplo un derrame en el ojo izquierdo, y la hinchazón en ambos. Hay un latido en mis oídos en forma de zumbido como cuando me baja la presión. La nariz es una zona de desastre aunque no se echa de ver, sólo percibo una tapazón, un cosquilleo y ningún escurrimiento. La frente, los ojos, la cabeza, tienen en su interior un infernal aparato de tortura. El pecho es un depósito de cosas que es mejor no describir, baste decir que duele cuando lo sacude la tos.
La vista es débil y nublada, no sé si por el derrame, las lagañas o la inflamación. Cuesta trabajo leer, cuesta trabajo escribir, cuesta trabajo ver...
Sólo queda esperar. En las farmacias, dos personas me han comentado que al ir a comprar medicamento para la gripa han encontrado los anaqueles vacíos. Y muchas personas, amigos y conocidos, están en estos mismos trámites de enfermedad...
Inmediatamente reviví la sensación cuando, de niña, me amanecían los ojos pegados a causa de las "perrillas", esas hinchazones purulentas que durante la noche reventaban y me dejaban los ojos sellados con sangre que mi madre o mi abuela pacientemente diluían con algodones empapados en agua de rosas de castilla tibia...
Esta vez no madre, no abuela, sólo esa mano temblorosa que se dirige para percibir qué clase de cosa está envolviendo al ojo, percibe una sustancia reseca y arenosa, se dirige al lavabo, moja un algodón con agua corriente de la llave y limpia la superficie hasta que puede abrir los párpados. Entonces contemplo un derrame en el ojo izquierdo, y la hinchazón en ambos. Hay un latido en mis oídos en forma de zumbido como cuando me baja la presión. La nariz es una zona de desastre aunque no se echa de ver, sólo percibo una tapazón, un cosquilleo y ningún escurrimiento. La frente, los ojos, la cabeza, tienen en su interior un infernal aparato de tortura. El pecho es un depósito de cosas que es mejor no describir, baste decir que duele cuando lo sacude la tos.
La vista es débil y nublada, no sé si por el derrame, las lagañas o la inflamación. Cuesta trabajo leer, cuesta trabajo escribir, cuesta trabajo ver...
Sólo queda esperar. En las farmacias, dos personas me han comentado que al ir a comprar medicamento para la gripa han encontrado los anaqueles vacíos. Y muchas personas, amigos y conocidos, están en estos mismos trámites de enfermedad...
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