Índice Flamígero: Escribe el psicoanalista social José Antonio Lara Peinado: “En México se está viviendo en el horror: Este horror engendra una realidad de la cual no se quiere saber y de la cual no se puede creer. Este horror está sostenido por sujetos que hacen del horror su religión y de los muertos dioses. Por eso hablan de guerra contra el narco, ocultan evidencias en un homicidio o dejan impune el caso de los niños asesinados en Hermosillo. No les importa el homicidio les importa el horror. El mexicano se siente impotente ante el horror y esa impotencia paraliza, de ahí que la sociedad mexicana permanezca quieta e inactiva. La corrupción en México ha desembocado en un trauma psíquico, que ha provocado que el ser humano quede cautivo en medio del asesinato, la corrupción y los medios masivos. La violencia de la ley perversa del actual sistema mexicano hiere tanto al cuerpo como el alma del individuo. En México hay una especie de traumatismo histórico, en donde la corrupción, el crimen y la tortura han dado lugar a una patología social, en donde por ejemplo, un luchador social es condenado a vivir en la cárcel más de cien años, mientras los asesinos de niños en Sonora o los curas pederastas, viven impunemente en el país sin ser tocados por la justicia. Es decir, se sigue promoviendo el horror.”
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Negocio dominante. Abril de 2010. Foto: Nelly Salas
La desesperación es la partera de las peores pendejadas. Más graves cuando se suma el oportunismo político. El registro de los titulares de los teléfonos móviles o celulares nació de esta circunstancia. En medio del reclamo airado y justificado por el secuestro y la extorsión generalizados, se resolvió crear el padrón de usuarios de telefonía celular para así conjurar la indignación. Se dijo que con eso se evitaría que el teléfono móvil sirviera para usos criminales.
Es difícil que el registro de celulares resuelva el problema. Sucede en teoría, no en la práctica. Frente a la criminalidad las autoridades se vuelven obsesivas en soluciones falaces a cargo de la sociedad. Se pueden contratar celulares con cargo a proveedores extranjeros, hay transferencias legales o ilegales de aparatos y, según se ha constatado, ya se pueden conseguir chips registrados a otro nombre o usar la telefonía VoIP. El hecho es que el uso delictivo de los celulares deberá andar en 10 mil o 100 mil, no importa la cifra, porque quienes padecen las consecuencias serán los millones de usuarios que los adquieren para su comunicación cotidiana; 99% asume el costo en la pretensión de controlar a menos de 1%.
Hay inseguridad porque hay impunidad. Es manifiesta la incapacidad del sistema de hacer justicia. Son muchas las razones que inciden en la delincuencia. En México, la crisis de las instituciones fundamentales como la escuela, la familia y las iglesias inciden, pero más que eso, la falta de oportunidades en medio del individualismo posesivo; delinquir en México es buen negocio porque hay impunidad y esa es una de las mayores fallas del Estado en su conjunto.
La telefonía celular es uno de los grandes negocios de las telecomunicaciones. Hay 83.5 millones de aparatos, esto es, casi uno por cada mexicano, incluyendo a menores y a quienes habitan en zonas donde no hay telefonía; en palabras llanas, casi toda la población tiene celular. La inmensa mayoría de los contratos es de prepago, las empresas primero reciben el dinero y después conceden el servicio. Son muchos mexicanos quienes gastan más en telefonía que en impuestos.
La condición de Carlos Slim como el hombre más rico del mundo se explica con Telcel, negocio dominante en el mercado. Existen otros proveedores, especialmente Telefónica Movistar, de origen hispano, con importante presencia en Latinoamérica y que crece cada vez más en el mercado nacional.
La suspensión de líneas telefónicas se da en medio de una feroz disputa por un mercado de miles de millones de dólares. En días pasados se informó que 28 millones no se habían dado de alta en el Registro Nacional de Usuarios de Telefonía Móvil. Telefónica decidió proteger a sus usuarios y seducir a los ajenos, al anticipar que no suspendería el servicio invocando al derecho constitucional. Telcel fue tomada fuera de base y ahora corrige diciendo que los usuarios que no se han registrado continuarán recibiendo SMS. El negocio de la recontratación se les fue, ya que era previsible que las personas aceptarían la sanción, perderían su crédito telefónico y volverían a contratar a Telcel, todo un negocio.
El mensaje de Movistar al mercado fue directo: nosotros sí protegemos a nuestros clientes y estamos decididos a defenderlos frente a leyes inconstitucionales.
Semanas antes, diputados del PRI pretendieron extender por un año el periodo de registro. Sus pares en el Senado anticiparon el rechazo, supuestamente, porque la posposición era una concesión indebida a los negocios de móviles y a usuarios indolentes.
El gobierno federal a través de la Cofetel, que actúa a favor de los monopolios, salió tarde y con culpa, por la deficiente difusión de una medida importante y por el daño generalizado que implicaba la sanción. Ahora amenaza con sancionar y terminar la concesión a Movistar, como si eso fuera lo mejor para un mercado de por sí en virtuales condiciones de monopolio. Una vez más, la desesperación y el oportunismo conducen a las peores pendejadas. Frente al amago de la Cofetel, ayer sábado Telefónica anunció un mecanismo para hacer el registro a nombre de los mismos usuarios. ¿Por qué no hizo lo mismo Telcel?, porque a un monopolio no le importan los usuarios.
Los profesionales de la extorsión telefónica estarán muertos de risa con celulares extranjeros, prestados o robados, o con skype o magicjack, mientras que las autoridades y los reclamantes por la inseguridad descubrirán que no hubo cambio, en todo caso, que la delincuencia migró a otras modalidades criminales. Se continuará dando vueltas en círculo y se padecerán nuevas medidas hijas de la impotencia, la desesperación y la falta de juicio. Quizás llegue el tiempo de que se encuentren con la verdad: la impunidad generalizada, inclusive la de quienes ostentan autoridad, es la causa profunda del terror que implica vivir en la inseguridad.
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