Amanecemos con otro aniversario de esa vergüenza en México. Amanecemos embotados por el sueño de que todo sea diferente. Abrimos los ojos a la esperanza de que al fin lo hayamos logrado. Y despertamos de tajo, con esa duermevela cercenada por una realidad que nos lastima y la amargura de que, aunque no hayamos quitado el dedo del renglón, seguimos en la misma.
Anoche, en el recuento de la memoria de aquel 68, vimos que los discursos tanto de un lado como de otro, son los mismos. Que seguimos necesitando libertad, educación, justicia...
Que luego de cuarenta y tantos años, los medios de comunicación no comunican, los salarios no alcanzan y la corrupción ha alcanzado los más inverosímiles y obscenos niveles.
Lloramos, nos acodamos. Lloramos, nos consolamos. Lloramos e intentamos hacer algo, seguir poniendo nuestro granito de arena con un nudo en la garganta.
No siempre. Mi optimismo a ultranza no me lo permite. Las más de las veces me lleno la jicarita con todo lo que he recibido a cambio de lo que doy, que es nada. Las más de las veces quiero creer que sirve estar al lado de alguien, siquiera una sola vez, tendiéndole la mano...
Anoche, en el recuento de la memoria de aquel 68, vimos que los discursos tanto de un lado como de otro, son los mismos. Que seguimos necesitando libertad, educación, justicia...
Que luego de cuarenta y tantos años, los medios de comunicación no comunican, los salarios no alcanzan y la corrupción ha alcanzado los más inverosímiles y obscenos niveles.
Lloramos, nos acodamos. Lloramos, nos consolamos. Lloramos e intentamos hacer algo, seguir poniendo nuestro granito de arena con un nudo en la garganta.
No siempre. Mi optimismo a ultranza no me lo permite. Las más de las veces me lleno la jicarita con todo lo que he recibido a cambio de lo que doy, que es nada. Las más de las veces quiero creer que sirve estar al lado de alguien, siquiera una sola vez, tendiéndole la mano...
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