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Esto de las emociones (o por qué somos tan raros)

A veces no me resulta comprensible. A veces -pocas, por dicha- siento que me dominan, y lo que me confunde es que de repente son contradictorias o sencillamente no las entiendo.
Me explico, o mejor dicho, trataré de explicarme: Desde hace unos días, con el cambio de luz, con el cambio de clima, he sentido una melancolía bastante dominante que por momentos amenaza con ser dolorosa. Y es lo que no entiendo, porque no hallo la razón. Más bien, los hechos que me rodean invitan justamente a lo contrario: planes que se cumplen, viaje en puerta, buenas compañías... ¿Entonces, a qué viene esta insidiosa punzada? ¿Qué me quiere decir?
A lo mejor lo de siempre: que somos muy complejos. Que tenemos recovecos. Que hay cosas que siempre se quedan...
Y así como mi amiga Rosario Laverde piensa que dejé mi memoria en cualquier parte, como siempre, y que el único lugar en donde podría encontrarla es una farmacia -ella, que me conoce- así quisiera también encontrar en ese tipo de farmacia el bálsamo no sé si del olvido o simplemente de la cura para esta melancolía atravesada, convertida en el objeto no volador no identificado que me tiene en jaque en estos días.

Viejo collage de mi autoriía


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