Las paredes están desnudas. Heridas y cicatrices por los clavos y repisas es lo que está dejando mi estancia de tantos años. Entre la pintura y los ladrillos algo habrá que quede, algo de la alegría y la paz con que viví adentro de mi casa. Su energía clara y reposada la instalé antes de empezar a trasladar mis cosas, cuando venía yo misma con un corazón ajado buscando restablecerme. Aquí sería el rincón donde lamiera mis heridas y aquí sané y descubrí todavía más de mí, otras mujeres que habían estado escondidas y que fueron floreciendo lentamente para irme completando. La vida siempre ha sido generosa, el universo me ha provisto de cuanto he necesitado, sobre todo porque sé que no se necesita mucho -hablo de cosas-. Así que toca agradecer esta estadía, estas paredes con su hermosa luz al atardecer, este espacio acogedor que ha recibido tantas risas y buenos ratos, tanta gente amiga, niños encantadores que se fueron convirtiendo en adolescentes, libros y libros adquiridos, comp...
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias