Contener los recuerdos,
artefactos que nos conectan con los otros:
quienes nos amaron,
quienes nos dejaron algo suyo,
quienes construyeron flores de papel
para nuestro cabello de nube.
Cajas con instantes congelados
que hacen persistente a la memoria;
libros que acompañan nuestras odiseas,
fragmentos de sueños que se recuperan al mirarlos,
se desvanecen como pompas de jabón
y dejan una impronta indeleble.
Juguetes de la niña que no fui;
aire que se queda entre los dobleces de las cajas
para mezclar al bosque el mar.
Goces pequeños, rememorados
con tintes de salada dulzura
que nos recuerdan que sí,
que sólo de paso aquí.
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