Ir al contenido principal

De cuando me gusta lo que sueño

De viaje por el mundo de entonces, mi hermano y yo fuimos a parar a manos de un brujo barbaján que nos hizo prisioneros. Mi hermano sabe que ellos han encontrado una aleación para fabricar cierto metal y quiere robarles el secreto, por eso no vamos a escapar.
Me indica que tome muestras de ciertas arenas que tienen a un lado de trozos de rocas y otras cosas, y me las ingenio para tomar pequeños puños que guardo en la bolsa secreta de mi capa sin que me vean.
En el pueblo habrá una celebración no sé de qué, pero el Brujo, como tiene muchos prisioneros, resolvió dar libertad a los que muestren poder y creatividad con su magia.
Lo que a mí se me ocurre es preparar un postre para el fulano y su corte. No conocen el helado, yo sí porque vengo de otra época y los puedo sorprender.
Busco a mi hermano para pedirle que me prepare hielo molido lo más esponjoso posible, que parezca nube. Para poder hacerlo me pide que le consiga lienzos de algodón y se los doy. Le pondré sabor a coco, mi favorito, aunque puedo hacer que a cada quien le sepa a lo que le guste para causar más impacto.
Mientras tanto, yo prepararé unos conos diminutos a manera de copas del tamaño de un bocado para presentar mi postre.
Por lo pronto mi hermano tiene gran éxito en la preparación del hielo porque hay muchos espectadores a su alrededor. Los lienzos cambian su color a un tono ocre oscuro que me genera desconfianza pero luego se van haciendo finitos, primero como hilos y luego como azúcar gruesa, al tiempo que viran hacia el blanco.
Mi postre nos dará la libertad y seguiremos andando por el mundo. Al menos eso espero, antes de despertar.

Comentarios

Lo que más te gustó

Poema para los niños migrantes

Para los niños migrantes Temprano te salieron alas y esparces la ceniza de un vuelo inesperado. Vuelas hacia una tierra prometida que no existe , donde leche ni miel encontrarás. Encerrarán tu vuelo en jaulas y el miedo que aprendiste a dejar lejos regresará a morderte por las noches. Ningún río te besará con agua fresca, ninguna señal de la cruz sobre tu frente te va a guardar de la amargura. Somos testigos de la decapitación de tu infancia, de tu niñez hoy preñada de dolor, de pies cansados y ojos secos. Que la vergüenza nos cubra cada que te preguntes o que pidas, que el corazón nos duela hasta que tengas alas con vuelo renacido.

Esta mañana Dr. Chipocles

Desde la cama me puse a ver noticias. Sé que no es -ni con mucho- la mejor manera para levantarse, pero lo hice sin pensar. Encontré que estaban dando un reportaje acerca de un médico en el Hospital de Pediatría de la ciudad de México, en donde todavía ando por suerte. El doctor especializado en oncología ha sido bautizado por sus pequeños pacientes como "Dr. Chipocles", que es la manera que tenemos los mexicanos para denominar a alguien que es muy bueno en lo que hace, y lo que no sé es por qué se eligió el nombre de un chile -chipocle, chipotle- para eso. El caso es que este médico inusitado es tan sensible que no solamente se disfraza de distintas cosas para ir a trabajar como el famoso Dr. Patch Adams, sino además, al ser entrevistado sobre su trabajo, termina diciendo, con la garganta cerrada y lágrimas en los ojos, que se considera un ser especial por poder hacer el trabajo que hace. Y lloró cuando mencionó a sus niños enfermos que ya no están con nosotros. Tengo que ad

Recordando la vieja máquina de escribir...

Estoy fascinada porque un amigo me puso un programita en mi compu que hace que cuando escribo mis importantísimos asuntos, mi teclado suene como máquina de escribir... Es que recuerdo aquellos tiempos en los que las colegiaturas de mis hijos y nuestra manutención dependían de la velocidad y ritmo de ese mágico sonido... En esta foto, la imagen de la primera máquina eléctrica que me tocó usar, cuando llegué a la ciudad de México a trabajar en el Instituto de Ingeniería de la UNAM. Un tiempo después ésta fue mi favorita, la máquina de esfera, porque le podía cambiar los tipos de letra y hasta el color de la tinta porque había cintas de color sepia. Se me descomponía con frecuencia hasta que el técnico descubrió que yo era demasiado rápida al escribir y se trababa la esfera, já já. Además de trabajar en una institución, ponía anuncios en el periódico para mecanografiar trabajos. Desde luego lo más socorrido eran las tesis, hice muchas pero además me tocó hacer el directorio