Leí esta novela en inglés y esto me
pareció tan hermoso que quise compartir. No soy traductora ni novelista y
espero que mi rudimentaria traducción les de una idea de la belleza del texto
original. (
Estaba yo en una clase tan aburrida que me puse a transcribir lo que leía...)
“Él permaneció de espaldas a su
silla, exhausto pero confiado. Permaneció descansando, en espera, antes de
interpretar nuevamente, con esfuerzo, con agonía, a la humanidad. Permaneció
muy alto, en el respaldo del mundo. La tierra se estremeció debajo suyo. Rojas
flores crecieron a través de su carne: sus hojas espinosas se mecían con un
susurro alrededor de su cabeza.
La música comenzó de nuevo sus
sonidos metálicos contra las rocas. Es la corneta de un auto calle abajo,
murmuró. Pero aquí arriba no puede ser encañonada de una roca a otra, dividida,
reunida en toques que crecían en suaves columnas (que la música puede verse es
un descubrimiento) y se convirtió en un himno tejido ahora alrededor de ese
chico aborregado soplando su pipa de pompas de jabón (Aquél es un anciano
tocando su silbato de un centavo en la casa común, murmuró) que como el chico
permaneció quieto burbujeando su pipa, y luego, conforme más alto
escalaba, hizo su exquisito llamado
mientras abajo transcurría el tráfico. Esta
elegía del muchacho está tocada entre el tráfico, pensó Septimus. Ahora
él se retira de la nieve y las rosas cuelgan de él, las delgadas rosas rojas
crecieron en las paredes de mi habitación, se recordó a sí mismo. La música se detuvo, se acabó el centavo,
razonó, y se dirigió al siguiente kiosco.
Pero recordándose en su roca, como
un marino disparado en una roca. Me dirigí a la orilla del bote y caí, pensó.
Fui debajo del mar. He estado muerto y aún así, ahora estoy vivo pero déjenme
todavía descansar. Suplicó (otra vez hablando a sí mismo- fue horrible,
horrible!) y como antes de despertar, las voces de los pájaros y el sonido de
las ruedas chirriando y murmurando en una extraña armonía sonando más alto y
más alto y el durmiente siente que está dibujado en las playas de la vida, se
siente disparado hacia la vida, el sol creciendo más caliente, el sonido
llorando más fuerte, algo tremendo está por suceder…
Sólo tenía que abrir sus ojos, pero
tenía un peso encima de ellos; un miedo. Se tensó; empujó; miró: vio el Parque
Regent frente a él. Largos estambres de luz del ocaso pastaron a sus pies. Los
árboles ondularon amenazantes. Te damos la bienvenida, parecía decir el mundo.
Y como para probarlo (científicamente) a donde quiera que miraba a las casas, a
las vías, a los antílopes estirándose
sobre las palizadas la belleza se derramaba instantánea. Mirar una hoja
estremeciéndose en el arrebato del aire con un gozo exquisito. En lo alto del
cielo, moviéndose rápidamente, meciéndose, cambiando de dirección abruptamente,
remolinando sobre sí misma dentro y afuera, rondando alrededor y aún así en
perfecto control, como si un elástico la sostuviera; y los vuelos subiendo y
bajando; y el sol poniendo manchas ahora a esta hoja, ahora aquella, en muecas,
deslumbrando con oro suave la pureza del buen ánimo; y ahora y nuevamente el
chillido (podría ser el claxon de un auto) sonando intermitente sobre las
ramitas del césped, y todo esto, calmo y razonable como era, hecho de cosas
ordinarias como era, fue la verdad ahora; belleza, esa era ahora la verdad. La
belleza estaba donde quiera”…
Traducido en sept de 2012
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