En un curioso test de esos que ponen en las redes sociales, se determinó que si fuera un personaje mítico, sería yo un unicornio. ¡Qué sorpresa! Creo que para todo mundo es algo muy hermoso. Según el test, mi personalidad amable y tímida y mi "infinita generosidad" me hacen unicornia.
Al poco rato, no sé si sea coincidencia que un amigo haya compartido ver un video en el que una persona puede comunicarse con un animal y éste le responde y dice cosas a su vez. Siempre he pensado que tener esa capacidad sería maravilloso. Quizá de esa manera la crueldad hacia los animales podría dejar de existir, aunque viendo todo lo que puede hacer mal el hombre no se puede ser tan optimista.
La sabiduría de los animales, como se aprecia en el video, es ancestral. Están conectados con todo, perciben a la naturaleza de manera única, especial, y por lo visto, la falta de comunicación o entendimiento con el hombre podría explicarse por lo lejos que estamos de ser todavía como ellos: puros de corazón.
Devenido en cosa rara, quizá eso somos ahora, a mitad de camino entre nuestro origen animal y nuestro destino autotrazado como "superhombres" que quieren dejar de lado la enfermedad, la vejez y la muerte, tan naturales.
Soñar, bien dicen, cuesta nada. Pues bien, quiero seguir soñando en ese mundo en el que cabemos todos, y todos somos iguales. Quiero ser un unicornio en plena vía pública sin que me agredan ni se espanten ni pretendan cambiarme o encerrarme. Quiero soñar que entiendo el idioma de los animales y aún más: que comprendo el de los hombres.
La sabiduría de los animales, como se aprecia en el video, es ancestral. Están conectados con todo, perciben a la naturaleza de manera única, especial, y por lo visto, la falta de comunicación o entendimiento con el hombre podría explicarse por lo lejos que estamos de ser todavía como ellos: puros de corazón.
Devenido en cosa rara, quizá eso somos ahora, a mitad de camino entre nuestro origen animal y nuestro destino autotrazado como "superhombres" que quieren dejar de lado la enfermedad, la vejez y la muerte, tan naturales.
Soñar, bien dicen, cuesta nada. Pues bien, quiero seguir soñando en ese mundo en el que cabemos todos, y todos somos iguales. Quiero ser un unicornio en plena vía pública sin que me agredan ni se espanten ni pretendan cambiarme o encerrarme. Quiero soñar que entiendo el idioma de los animales y aún más: que comprendo el de los hombres.
Comentarios