Investido de luz, con su corola deslumbrante,
abril arremetió contra la niebla.
Lo saludan los pájaros nocturnos
que velan este insomnio
y la luna lo sirve en su vajilla de plata.
Reverdece, cada uno reverdece
desde el brote de amor que creía muerto;
se corona de pétalos un labio,
se perfuma el oído cuando canta el poema.
Transcurre como el aire tibio,
el rosario de días resbala por nuestro almanaque.
El sol alivia nuestra piel descolorida
y danzamos en la cima de un mundo
diáfano y azul, ufanos.
(De primera intención, a botepronto)
Comentarios