AJÁ...SER MUJER.....AAAHH....A SI ORALE!!!!!!!
Ni por dónde empezar…
En este país ser mujer es, entre muchísimas otras cosas maravillosas, ¡acto heroico!
Siento que irse descubriendo como fémina es un proceso que toma años, en donde las batallas no son pocas y en donde SABERSE mujer, con todo lo que ello implica, es una real chambota.
Si me preguntan ¿cuándo te sentiste mujer realmente?, ¿cuándo supiste lo que significaba ser mujer?... Puedo contestar a botepronto que SIN DUDA ALGUNA eso lo acabo de descubrir muy recientemente, porque me hice madre.
Y también puedo decir que jamás imaginé que tener un hijo fuera la experiencia tan poderosa que es.
Había oído tantas cosas sobre la maternidad (sobre todo viviendo en un país que tiene mitificada a la figura de la madre). Sin embargo, ninguna se compara con la realidad de SENTIR y saberse mamá.
Desde mi embarazo algo se encendió. No es mito eso de que una carga luz dentro del vientre… cargas VIDA.
Y luego la experiencia del parto, que por mucho ha sido la experiencia que más me ha empoderado como mujer.
Mi hijo nació en agua, sin bloqueo, sin epidural, sin oxitocina artificial, sin pitocin, sin intervención artificial alguna. Es decir, lo parí como dicen “a puro valor mexicano”… ¡jajajajaja!
Fue una experiencia increíblemente bella parir con la plena confianza de que mi cuerpo es sabio y de que mi hijo sabría andar ese camino y llegar bien a mis brazos… que sabría dar su primera lucha: aquella del nacer, mientras yo lo paría con amor, no con dolor como nos han querido enseñar.
Parir así fue para mí el verdadero encuentro con mi feminidad, con mi SER mujer, con mi fuerza animal, con mi sabiduría heredada de miles de mujeres anteriores a mí.
Y descubro que no es en vano que se nos enseñe a parir con miedo, con temor, pensando que “el dolor será inaguantable” o que “el bebé será demasiado grande para el tamaño de nuestro cuerpo” o qué sé yo qué tantas cosas más…
Este acto natural, propio, sencillo y a la vez brutalmente complejo, es ÚNICO y es sólo nuestro.
Reclamarlo, poseerlo, regresarlo a nuestras manos, a nuestra intuición, a nuestro corazón, es nuestro derecho y nuestro extraordinario privilegio.
De ahí que el primer momento de encuentro con mi hijo haya sido tan inmensamente hermoso. Tan hermoso como ninguna otra cosa.
SER mamá es, entre otras cosas, cansado. Pero también se aprende a ser fuerte, flexible, a dar amor sin medida, a otorgar, a contemplar, a reír de las cosas más inusuales y absurdas, a ser paciente, a dormir poco y amanecer contenta, a trabajar duro pensando cada segundo que todo el esfuerzo es por alguien.
Entonces me desdoblo y aprendo que soy muchas, pero muchas más cosas de las que pensaba o soñaba. El camino se abre, se extiende, se vuelve de colores.
Soy ahora una mujer con redomada fuerza, con ojos nuevos, donde mis pasos se sienten maduros, sensuales, pausados, con una alegría desconocida.
Se desprenden y seguirán desprendiendo así tantas otras cosas cada día, cada hora, tantas que son inabarcables. Porque, además, van cambiando y yo con ellas, porque el simple y gigantesco andar de los pasos de mi hijo me hace profunda, intensa y plenamente feliz.
Cecilia Suárez. Actriz, activista ambiental, promotora de parto humanizado y orgullosamente norteña. Es la madre del niño más hermoso que ella jamás haya visto.
Ni por dónde empezar…
En este país ser mujer es, entre muchísimas otras cosas maravillosas, ¡acto heroico!
Siento que irse descubriendo como fémina es un proceso que toma años, en donde las batallas no son pocas y en donde SABERSE mujer, con todo lo que ello implica, es una real chambota.
Si me preguntan ¿cuándo te sentiste mujer realmente?, ¿cuándo supiste lo que significaba ser mujer?... Puedo contestar a botepronto que SIN DUDA ALGUNA eso lo acabo de descubrir muy recientemente, porque me hice madre.
Y también puedo decir que jamás imaginé que tener un hijo fuera la experiencia tan poderosa que es.
Había oído tantas cosas sobre la maternidad (sobre todo viviendo en un país que tiene mitificada a la figura de la madre). Sin embargo, ninguna se compara con la realidad de SENTIR y saberse mamá.
Desde mi embarazo algo se encendió. No es mito eso de que una carga luz dentro del vientre… cargas VIDA.
Y luego la experiencia del parto, que por mucho ha sido la experiencia que más me ha empoderado como mujer.
Mi hijo nació en agua, sin bloqueo, sin epidural, sin oxitocina artificial, sin pitocin, sin intervención artificial alguna. Es decir, lo parí como dicen “a puro valor mexicano”… ¡jajajajaja!
Fue una experiencia increíblemente bella parir con la plena confianza de que mi cuerpo es sabio y de que mi hijo sabría andar ese camino y llegar bien a mis brazos… que sabría dar su primera lucha: aquella del nacer, mientras yo lo paría con amor, no con dolor como nos han querido enseñar.
Parir así fue para mí el verdadero encuentro con mi feminidad, con mi SER mujer, con mi fuerza animal, con mi sabiduría heredada de miles de mujeres anteriores a mí.
Y descubro que no es en vano que se nos enseñe a parir con miedo, con temor, pensando que “el dolor será inaguantable” o que “el bebé será demasiado grande para el tamaño de nuestro cuerpo” o qué sé yo qué tantas cosas más…
Este acto natural, propio, sencillo y a la vez brutalmente complejo, es ÚNICO y es sólo nuestro.
Reclamarlo, poseerlo, regresarlo a nuestras manos, a nuestra intuición, a nuestro corazón, es nuestro derecho y nuestro extraordinario privilegio.
De ahí que el primer momento de encuentro con mi hijo haya sido tan inmensamente hermoso. Tan hermoso como ninguna otra cosa.
SER mamá es, entre otras cosas, cansado. Pero también se aprende a ser fuerte, flexible, a dar amor sin medida, a otorgar, a contemplar, a reír de las cosas más inusuales y absurdas, a ser paciente, a dormir poco y amanecer contenta, a trabajar duro pensando cada segundo que todo el esfuerzo es por alguien.
Entonces me desdoblo y aprendo que soy muchas, pero muchas más cosas de las que pensaba o soñaba. El camino se abre, se extiende, se vuelve de colores.
Soy ahora una mujer con redomada fuerza, con ojos nuevos, donde mis pasos se sienten maduros, sensuales, pausados, con una alegría desconocida.
Se desprenden y seguirán desprendiendo así tantas otras cosas cada día, cada hora, tantas que son inabarcables. Porque, además, van cambiando y yo con ellas, porque el simple y gigantesco andar de los pasos de mi hijo me hace profunda, intensa y plenamente feliz.
Cecilia Suárez. Actriz, activista ambiental, promotora de parto humanizado y orgullosamente norteña. Es la madre del niño más hermoso que ella jamás haya visto.
Comentarios