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Sobre el último poema de Javier Sicilia, en memoria de su hijo asesinado

ARENILLA 

Alejandro Molinari

PALABRA NUESTRA QUE ESTÁS EN LOS CIELOS

Mataron al hijo del poeta Javier Sicilia. Su cuerpo, junto al de otros muchachos, fue encontrado en el interior de un carro. Lo mataron, apenas joven, apenas renuevo de árbol mayor. Lo segaron, así como de tajo cortan la vida a cientos de jóvenes en este país. Y las autoridades de gobierno siguen en autopista mientras nosotros vamos ¡por la libre!
Un día las estadísticas nos dijeron que México era un país de jóvenes. Si esto es cierto ¡están matando a nuestro país!
Ahora, ¡qué pena!, se habla de millones de jóvenes ninis (ni estudian ni trabajan). Si esto es cierto, entonces México es un país paralizado.
El poeta Javier Sicilia ¡ya no escribirá más poemas! La semana pasada, él leyó un poema escrito en memoria de su hijo y anunció (¡vaya anuncio!) que no volverá a escribir poesía. Si esto es cierto, ¡le están robando la palabra al país!
¿Qué nos queda del agua limpia que era este país?
Porque si la niñez y juventud son el futuro de este país, México es un país sin porvenir.
¿Puede una herida, un vacío, ser un país? Nos están arrebatando la palabra, tal vez la única posesión que teníamos como cobijo, como techo de lo que llamábamos casa.
¡Mataron al hijo del poeta Javier Sicilia!, decía el titular. De vez en vez nos enteramos de la muerte violenta del hijo de un famoso y ¡nos conmovemos!, pero lo cierto es que a diario, a todas horas, ¡oh, Dios mío!, jóvenes están siendo masacrados. Los hijos de los no famosos son el abono ingrato de esa planta que el poder ha llamado “daño colateral”. Y esta planta ha crecido tanto que ya nos asfixia.
¡Nos están despojando de los valores más sentidos! ¡Nos están arrebatando nuestras posesiones más dignas y más luminosas! ¡Ahora van tras nuestra palabra! ¡Pronto se apoderarán también de nuestros rezos y de nuestros silencios! Nos quieren mudos, nos quieren tierra estéril, nos quieren mutilados, del cuerpo y del espíritu.
Un día no tendremos una palabra para designar a este país, a nuestra patria. ¡Nos convertirán en grupos de desplazados, en busca de un territorio inexistente, que, igual que esta patria, ni nombre tendrá!
El poeta dice: “El mundo ya no es el mundo de la palabra / nos la ahogaron adentro”. Todo es  como aquel tormento donde el hombre era ahogado con su propia lengua, asfixiado con su propio corazón.
¡Mataron al hijo del poeta!, y es como si hubieran dicho: ¡mataron la voz! Porque la criatura del poeta está acunada en el brocal de la luz. El poeta es padre del verso, de esa leve línea que tiene tanta semejanza con la del horizonte, con la del porvenir.
¡Nos están matando de poco a poco! ¡Nos dan donde más nos duele!
La madre Sara, una mujer luz, decía: “Tanto peca el que mata la vaca, como el que le jala la pata”. Las autoridades de este país en intento de rechazar su metida de pata, están jale y jale la pata a la vaca. Miles de voces se han elevado para decirle al Señor Presidente que comete un error, pero él no da vuelta.
Por esto, ahora nos quieren arrebatar nuestras palabras, nuestros rezos y nuestros silencios.

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