Bien, estuve sin entrar al blog unos días, resulta que Pablita mi hija enfermó severamente con una infección que no se podía ubicar por parte de los médicos y que la trajo toda una semana con fiebres de 40 grados y dolores terribles de cabeza, además de viajes constantes a los laboratorios para que le hicieran montones de estudios. Justamente en esos días en que se mudó conmigo para que pudiera cuidarla, me preguntaba al contemplar su rostro fino, delgadito y pálido cómo es posible que una semana antes hubiera cumplido treinta años. En la cama era como una niña con los rizos revueltos, grandes ojeras y piyamas enormes, como cuando estaba en la primaria. Gracias a Dios ha mejorado y todavía el día de hoy estuvo a que le tomaran otra muestra de sangre pero ya fue a su oficina a trabajar. Anoche cuando recogió sus cosas y marchó para su casa me sentí muy triste porque como siempre, su sola presencia ilumina nuestra casa, no importa si enferma o como sea. Eso pasa con los hijos, y ahora lo...
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias