Y sin embargo triste. Suceden cosas que me preocupan mucho, ajenas y cercanas. Tengo dos queridos seres recibiendo quimioterapias, una en Oaxaca, otro en Monterrey. Tengo un hermano dolorido emocionalmente. Tenemos un poeta desesperado renunciando a su palabra cegado por el dolor de la salvaje pérdida de su hijo, y tengo un país que se desangra sin que se vea por ningún lado de qué manera resolverlo.
En este recién aniversario del asesinato de mi amiga Bety revivo el dolor, su Digna rabia, y me pregunto, a un año de distancia, cómo vamos a hacer para seguir viviendo en un lugar donde ni la equidad ni la justicia ni la paz tienen cabida...
Sí, una primavera amarga se vislumbra, y estoy luchando con desesperación contra el dragón de la amargura y el dolor -también el dolor físico me tiene aprisionada- para no perder lo que toda mi vida he defendido a pesar de todos los pesares, que es mi fé en el optimismo para salir adelante...
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