Qué doloroso y difícil hablar de lo que nos sucede y que todo el mundo sabe: México es un país ahogado en sangre y huesos, sin justicia, sin ley, sin castigos.
En nuestro país está prohibido pensar y disentir, huir de la enajenación mediática.
En nuestro país las oraciones se dicen con lágrimas en los ojos y en las gargantas se nos quiebran los gritos. Se nos arden las miradas cuando vemos los rostros de todos aquellos que no encontramos, que no sabemos dónde están y queremos que regresen.
Y no nos han alcanzado tantas voces reclamando justicia, tantos puños en alto, tanta rabia y amargura en nuestros corazones para encontrar lo que buscamos.
Buscamos un lugar en donde nuestros hijos nunca encuentren una bala en su camino, donde jamás se crucen con un policía, político, "servidor" público corrupto, profesor sin ideales, traficante violento.
Queremos un país donde quepamos todos, donde aunque no todos pensemos igual, tengamos respeto por los otros y nos demos las manos como ahora, que por desgracia tenemos llenas de veladoras, carteles y exigencias.
El horrendo crimen de nuestros estudiantes normalistas no puede quedar impune porque si así fuera, la vergüenza nos alcance a todos. No puede quedar sin castigo porque si así fuera, nuestros hijos recogerán de esos amargos frutos.

En nuestro país las oraciones se dicen con lágrimas en los ojos y en las gargantas se nos quiebran los gritos. Se nos arden las miradas cuando vemos los rostros de todos aquellos que no encontramos, que no sabemos dónde están y queremos que regresen.
Y no nos han alcanzado tantas voces reclamando justicia, tantos puños en alto, tanta rabia y amargura en nuestros corazones para encontrar lo que buscamos.
Buscamos un lugar en donde nuestros hijos nunca encuentren una bala en su camino, donde jamás se crucen con un policía, político, "servidor" público corrupto, profesor sin ideales, traficante violento.
Queremos un país donde quepamos todos, donde aunque no todos pensemos igual, tengamos respeto por los otros y nos demos las manos como ahora, que por desgracia tenemos llenas de veladoras, carteles y exigencias.
El horrendo crimen de nuestros estudiantes normalistas no puede quedar impune porque si así fuera, la vergüenza nos alcance a todos. No puede quedar sin castigo porque si así fuera, nuestros hijos recogerán de esos amargos frutos.
NO A LA VIOLENCIA. NO A LA CORRUPCIÓN. NO A LA REPRESIÓN. ¡JUSTICIA!
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