Tus pesadillas fueron mis lunas de colores,
mi risa desbocada, mi aspereza de arena.
Cada minuto eterno con sus prisas,
mi mente de volantín por la mañana
mi espíritu de pájaro
mis garras de dragón.
No fue posible que trenzaras mis cabellos
cuando el amor desmadejaba:
tú no aprendiste a caminar por filos
rodeado de huracanes y arcoiris.
Te estremecieron todos los hechizos
y yo, la bruja, no pude darme cuenta
que es sólo miedo aquello que temblaba.
Me recojo las alas y bebo las pociones
que apacigüen el volcán que me desata.
Hoy dormiré la noche del veneno
y un día despertaré tan poderosa
que van a darte miedo
mis alas de dragón.
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