Bueno, pues acabaron las fanfarrias, prisas, tensiones, desveladas. El libro se gestó por varios meses, se construyó y formó rápidamente para que pudiera ver la luz a tiempo, se presentó el mero día en que llegaron los ejemplares de la paquetería y se siguió presentando hasta el viernes pasado, cuando tuvimos que dar la noticia de que está agotada la edición.
Las Mujeres que Cuentan brillaron con sus luces propias, leyeron fragmentos de sus textos, firmaron autógrafos e hicieron suyo el proyecto. Tanto, que ya parece incontrolable: seguir o no con una segunda edición, cuánto costaría, o mejor hacer una edición rústica o esperar a que el IPN nos resuelva si lo vuelve a editar... en fin, los vericuetos del libro, que son tantos como narradoras cupieron, tomarán el curso que cada una decida una vez que se calmen las aguas y las espumas.
Entonces quedarán las palabras, las que están en el libro, que son las que han viajado hasta tantas manos y hogares dentro y fuera de Ensenda para llevar un poquito de estas vidas que quedaron registradas. Yo ya solamente lo voy a ver pasar, voy a escuchar comentarios de pasadita alguna vez en un café, voy a seguir leyendo comentarios en mi correo, y voy a dejarlo descansar.
Sobre todo porque yo también necesito de tiempo para recuperarme. Es un hijo un proyecto así, todo escritor lo sabe. Entonces ahora me debo recuperar del parto, retomar mi figura, descansar. Pero sobre todo, analizar con toda calma y parsimonia lo que conviene hacer con él una vez terminado y agotada la edición.
Las Mujeres que Cuentan brillaron con sus luces propias, leyeron fragmentos de sus textos, firmaron autógrafos e hicieron suyo el proyecto. Tanto, que ya parece incontrolable: seguir o no con una segunda edición, cuánto costaría, o mejor hacer una edición rústica o esperar a que el IPN nos resuelva si lo vuelve a editar... en fin, los vericuetos del libro, que son tantos como narradoras cupieron, tomarán el curso que cada una decida una vez que se calmen las aguas y las espumas.
Entonces quedarán las palabras, las que están en el libro, que son las que han viajado hasta tantas manos y hogares dentro y fuera de Ensenda para llevar un poquito de estas vidas que quedaron registradas. Yo ya solamente lo voy a ver pasar, voy a escuchar comentarios de pasadita alguna vez en un café, voy a seguir leyendo comentarios en mi correo, y voy a dejarlo descansar.
Sobre todo porque yo también necesito de tiempo para recuperarme. Es un hijo un proyecto así, todo escritor lo sabe. Entonces ahora me debo recuperar del parto, retomar mi figura, descansar. Pero sobre todo, analizar con toda calma y parsimonia lo que conviene hacer con él una vez terminado y agotada la edición.
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