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Héctor Hernández Ruy

OCTUBRE 1, 2007

No imaginaba que el silencio ante mis mensajes al celular y al correo de Héctor obedecieran a la peor causa: estar internado en el hospital. Su yerno vio mis mensajes y me avisó desde el correo de Héctor que él se encontraba delicado por padecer una neumonía. Luego las cosas se complicaron y sin que sepa yo claramente en qué consiste su problema, estoy enterada de que lo operaron del pulmón este fin de semana, que está en terapia intensiva y que estamos esperando que lo llevan hoy a piso.No es fácil imaginarlo a él enfermo: siempre activo, energético, vital y sano, nos daba la vuelta a todos los "jóvenes" que hemos pasado por montones de consultas con médicos especialistas y hospitales. Y de alguna manera nos acostumbramos a que la enfermedad y la edad le hacían a Héctor lo que el viento a Juárez. Por eso es tan difícil pensarlo adolorido y solo en un cuarto de hospial, en terapia intensiva, con tubos o sondas o conexiones.Por eso mismo, mis hijos y yo nos hemos mantenido con una oración por su salud, y estoy segura de que hay mucha gente más haciendo lo mismo, y que por eso ha podido superar su cirugía de pulmón y aunque está en terapia intensiva todavía, tenemos confianza en que pronto estará en su habitación.La vida de Héctor, con todo y sus azares, se reduce a una sola cosa: bondad. Es uno de esos hombres a quien de inmediato calificamos como "bien nacido", de honor, de palabra, sin dobleces y sin sombra de maldad. Fue un ejemplo muy valioso para mis hijos en su infancia cuando hizo parte de la función del padre que no tenían, y para mí el mejor de los maestros. Circunstancias de la vida provocaron que nos separáramos no sin dolor, pero superada la herida regresamos al oasis que siempre proporciona la amistad y continuamos al tanto de nuestras vidas a pesar de las distancias. Merece lo mejor, merece todo. Desde aquí unas pobres letras que llevan la intención de hacer un retrato breve y fiel de lo que es un gran ser humano, con cariño.
Time: 11:51 am

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