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La vida, es lo que pasa...

Primero partió Héctor; dos semanas después se nos fue Emilio, y este viernes, el esposo de mi hermana. Muchos adioses en estos meses, partidas que dejan huecos doloridos.
"Dios, ¿qué pasa?", dijo una de mis primas. La vida es lo que pasa, le dije.

De ese modo, hoy hizo su ritual el sol para cumplir con el verano y la tarde con su aire fresco y delicioso invita al goce, a continuar, a seguir cada día conservando el recuerdo de quienes nos han querido y han marchado y quienes desde donde se encuentren, seguirán pendientes de nosotros y los seguiremos queriendo.

Ayer me asomé a la playa, vi a lo lejos un velero que parecía un blanco recorte de papel, y me esperé a ver el mar de ese color celeste como se pone cuando se va a meter el sol... un color hermosísimo, de cielo, indescriptible. La brisa, la alegría de Bambi dando saltitos por las piedras y huyendo de las olas porque no le gusta el agua y no le gusta el mar, ladrando de contento mientras pienso en los que se van y cómo nos quedamos, cómo vemos que la vida sigue palpitando sin que importe cuántos duelos estemos padeciendo.

Así que a vivir, porque la vida pasa...

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