Hacía mucho que no veía a mi tía Tere y por eso me alegra tanto que esté aquí en casa ahora. Voy sacando las cartas que tenía guardadas en cajas, y nos ponemos a recordar las de aquella época tristísima que leíamos juntas y llorando, me acuerdo vivamente del dolor que me laceraba y vuelvo a tener un vuelco en el corazón al recordarlo. Mi tía y yo nos miramos sabiendo que ya pasó y estoy sana pero nos abrazamos igual que en aquel tiempo. Su cabello rojo hasta la cintura la sigue haciendo verse hermosa como entonces. Vámonos a buscar lo que necesitas, me dice mientras se alista y salimos. Caminamos por calles llenas de hermosos edificios coloniales hasta llegar a una cuchilla cuyo pico es una taquilla de entrada al edificio famoso que tiene las paredes llenas de murales. ¿Quieres visitarlo? le digo. Ahora no, lo que necesitamos es saber en dónde tienes que hacer tu trámite. Me acerco a preguntar en la taquilla y resulta que es aquí. Entonces sí mi tía puede ir a recorrer los murales. ...
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias