Las lágrimas me borran las puntadas frágiles como el tiempo que vivimos, no sé si voy bordando un ala, un corazón o un pétalo. En el recinto de la memoria se instaló la música de mis otras vidas, otros amores, con sus compases eternamente jóvenes como este espacio que late aún con los recuerdos -dulces o sangrantes- y me llevan hacia allá, hacia el lugar en donde estoy bordando motivos diferentes, buscando lentamente los colores, con ojos inseguros y la mirada echada hacia adelante, escuchando los rumores de una soledad tristísima, desesperada por entender la trama de esos hilos. Ahora suenan alegres amarillos, jugosos como besos; entran después las hebras-jacaranda con perfumes delicados de ausencias largas y queridas, de adioses que no deseamos y nos atravesaron la vida dejándonos creyendo que la luz no volvería. (No quiero que llegue el rojo, no sé si tengo fuerza. El negro no es color, no me preocupa). Cadenas y punto atrás son las puntadas que me anudan, madejas verdes,...
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias