Siempre fueron tranquilos, una pareja cuya vida doméstica se dejaba escuchar cuando lavaban la ropa, cuando reían, cuando ella subía todo el volumen de su aparato para cantar con Rocío Dúrcal lo mismo durante horas y yo debía irle a pedir que le bajara porque no me podía concentrar en el estudio. No se molestaba: "sí vecina", y listo. Al poco tiempo noté su embarazo y cuando menos pensé ya estaba una criatura nueva entre ellos. Enfermaba con frecuencia, me solicitaban el teléfono o llevarlos a al doctor. Bien tranquilos, como digo. La vecina comenzó a educar a su niña a puros gritos pero no con violencia, al parecer simplemente era escandalosa. Noté que le enseñaba muchas cosas a la niña, aunque yo me preguntaba todo el tiempo si pensaría era sorda. No me di cuenta del tiempo, pero en un santiamén la pequeña ya iba al kinder. Fue poco después de que ya iba a la escuela que la pareja se separó. Y ahí sí, sin gritos ni sombrerazos, sencillamente cuando me di cuenta...
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias