Lo normal sería hacer el recuento. Pero hay un enorme hueco en mi cabeza y en mi pecho. Como estar pasmada, suspendida en una corriente de aire que me lleva a no sé dónde, no sé cómo. No siento miedo, en realidad no siento nada. Es un compás de espera inusitado. Vendrá el tiempo de hablar, de agradecer -estoy segura- pero ahora, no hay palabras, no hay memorias, no hay sino esta inmovilidad y sensación de hallarme en estado suspendido del que no sé cuándo saldré. No siento nada.
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias