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Mostrando entradas de noviembre, 2016

Historias de mi barrio

  Siempre fueron tranquilos, una pareja cuya vida doméstica se dejaba escuchar cuando lavaban la ropa, cuando reían, cuando ella subía todo el volumen de su aparato para cantar con Rocío Dúrcal lo mismo durante horas y yo debía irle a pedir que le bajara porque no me podía concentrar en el estudio. No se molestaba: "sí vecina", y listo. Al poco tiempo noté su embarazo y cuando menos pensé ya estaba una criatura nueva entre ellos. Enfermaba con frecuencia, me solicitaban el teléfono o llevarlos a al doctor. Bien tranquilos, como digo. La vecina comenzó a educar a su niña a puros gritos pero no con violencia, al parecer simplemente era escandalosa. Noté que le enseñaba muchas cosas a la niña, aunque yo me preguntaba todo el tiempo si pensaría era sorda. No me di cuenta del tiempo, pero en un santiamén la pequeña ya iba al kinder. Fue poco después de que ya iba a la escuela que la pareja se separó. Y ahí sí, sin gritos ni sombrerazos, sencillamente cuando me di cuenta

La poesía que está en la vida

Sé que no es así: no hice únicamente tres poemas en este año. Porque sé que pensé un poema cuando miraba la luna, cuando vi al sol sobre las montañas al fondo de la ciudad, cuando escuché reír a los niños que vienen de la escuela, cuando vi la sonrisa plena de una mujer humilde, cuando observé a los ancianos jugando dominó en el parque, cuando cantaron los pájaros afuera de mi ventana, cuando florecieron mis macetas, cuando vi dormidas a mis perras, al hacer una oración dando gracias o pidiendo. La poesía está en la vida, en los aconteceres que cambian como cada hora del día. Nos llena de aire puro, nos endulza los caminos, nos facilita deambular por las apuraciones. La poesía está a la vista de todos, sólo hay que leerla, encontrar sus versos en los ojos de los niños, en las olas que llegan a la playa, en los barcos que se alejan, en las estrellas que se cuelgan de nuestro techo universal. Hay que aprender a leer a la poesía en cada uno de nuestros vericuetos y sentirla, pa