Hacía
mucho que no veía a mi tía Tere Goytia, por eso me alegra tanto que esté aquí
ahora. Estoy sacando las cartas que tenía guardadas en cajas y nos ponemos a
recordar las de aquella época tristísima que leíamos juntas y llorando, me
acuerdo vivamente del dolor que me laceraba y vuelvo a tener un vuelco en el
corazón al recordarlo.
Mi tía y yo nos miramos, sabiendo
que ya pasó y estoy sana, pero nos abrazamos igual que en aquel tiempo. Su
cabello rojo hasta la cintura la sigue haciendo lucir tan hermosa como
entonces.
Vámonos a buscar lo que necesitas,
dice mientras se alista y salimos. Caminamos las calles llenas de hermosos
edificios coloniales hasta llegar a una cuchilla cuyo extremo picudo es la taquilla de entrada al edificio
que tiene las paredes llenas de murales famosos. ¿Quieres visitarlos? le digo
más bien pensando en que yo siempre he querido conocerlos, pero "ahora no,
lo que necesitamos es saber dónde tienes que hacer tu trámite", lo que me
lleva sin remedio a preguntar en la taquilla y resulta que aquí es. Entonces
sí, mientras averiguo, mi tía se va a recorrer los murales.
El hombre solicita mis datos y
número de matrícula para ver si estoy en el listado de los autorizados.
"No aparece, ese número no existe". Yo con cara de what. Lo repito
para que verifique, se tarda un poco más. Ya sé lo que pasa, me dice. Usted
solicitó una beca artística pero está en la facultad de psicología y no la
autorizaron".
Tan mala noticia me hace despertar
de malas y con el corazón apachurrado.
Territorio
Sur, oct 20, 2016
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