Resulta que a veces pasa por la vida de una alguna persona que se puede visualizar como amiga potencial porque se da una identificación, empatía y aprecio desde el comienzo y se inicia con mucho entusiasmo lo que se espera sea una amistad duradera.
Pero también a veces ocurre que es sólo una primera impresión, y a pesar de las muchas coincidencias, no se puede avanzar más.
Es así que luego de horas de café, de convivencia, de confidencias y otras cosas de la vida, una se va dando cuenta de que la primera fase no es consistente, que la otra persona quizá por la edad, quizá por su alta autoestima, no es capaz de escuchar la voz interna de la otra parte, sólo mira sobre la superficie, donde encuentra ciertos defectos o fallas que pretende arreglar por medio de instrucciones disfrazadas de consejos, faltando por completo al respeto a la personalidad, carácter y modo de ver la vida de su "amiga", pero además, una vez que cae en la cuenta de que está siendo escuchada pero no se siguen sus orientaciones, se molesta, siente que pierde su tiempo, que la amiga es un caso perdido y que no vale la pena seguir perdiendo con ella y así, sin más ni más, sin mediar palabra al respecto, corta todo lazo que hubiera, cancela la amistad en redes sociales y correo electrónico y desaparece dejando a la otra parte con un palmo de narices y con una gran interrogación.
No me ha sucedido más que un par de veces, por dicha, y me he repuesto pronto pensando en que cada quién tiene derecho a ser y hacer como guste.
La fortuna ha querido que, a cambio, mis amigas verdaderas permanezcan a lo largo de mi vida -desde mis mocedades a la fecha- sin gritos ni sombrerazos, en un amoroso acuerdo de tolerancia y respeto por las ideas, saberes, modos.
Lástima por quienes no pueden vivir una amistad así.
Por mi parte, seguiré cultivando ese tesoro inmenso que tengo desde hace muchos años y del que soy celosa cuidadora, y seguiré despidiéndome sin resentimientos de quienes por sus respetables razones, no pueden empatar conmigo, con mis modos o mis ideas deseándoles lo mejor.
Pero también a veces ocurre que es sólo una primera impresión, y a pesar de las muchas coincidencias, no se puede avanzar más.
Es así que luego de horas de café, de convivencia, de confidencias y otras cosas de la vida, una se va dando cuenta de que la primera fase no es consistente, que la otra persona quizá por la edad, quizá por su alta autoestima, no es capaz de escuchar la voz interna de la otra parte, sólo mira sobre la superficie, donde encuentra ciertos defectos o fallas que pretende arreglar por medio de instrucciones disfrazadas de consejos, faltando por completo al respeto a la personalidad, carácter y modo de ver la vida de su "amiga", pero además, una vez que cae en la cuenta de que está siendo escuchada pero no se siguen sus orientaciones, se molesta, siente que pierde su tiempo, que la amiga es un caso perdido y que no vale la pena seguir perdiendo con ella y así, sin más ni más, sin mediar palabra al respecto, corta todo lazo que hubiera, cancela la amistad en redes sociales y correo electrónico y desaparece dejando a la otra parte con un palmo de narices y con una gran interrogación.
No me ha sucedido más que un par de veces, por dicha, y me he repuesto pronto pensando en que cada quién tiene derecho a ser y hacer como guste.
La fortuna ha querido que, a cambio, mis amigas verdaderas permanezcan a lo largo de mi vida -desde mis mocedades a la fecha- sin gritos ni sombrerazos, en un amoroso acuerdo de tolerancia y respeto por las ideas, saberes, modos.
Lástima por quienes no pueden vivir una amistad así.
Por mi parte, seguiré cultivando ese tesoro inmenso que tengo desde hace muchos años y del que soy celosa cuidadora, y seguiré despidiéndome sin resentimientos de quienes por sus respetables razones, no pueden empatar conmigo, con mis modos o mis ideas deseándoles lo mejor.
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