La luz es tan ambigua que no sé si está amaneciendo o atardece mientras camino por un ancho camino de hierba en medio del campo. Adivino un arroyo a mi izquierda, algo lejos porque no puedo escuchar su rumor. No sé hacia dónde voy pero mi paso es constante y bien determinado. Todo está muy tranquilo pero algo me hace voltear hacia atrás y me sobresalta ver a la distancia la figura de un hombre vestido de blanco. Parece moreno y delgado pero me asusto y sé que debo apresurarme porque el paraje está solo. Como en todos los sueños, mis pies se vuelven muy pesados y lentos, no puedo avanzar mientras el hombre se acerca y el corazón se me acelera al despertar.
Retrato de mis días, aventuras en la pintura, la poesía y demás estancias