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Mostrando entradas de octubre, 2015

La visita del miedo

Me despertó el celular antes de las seis de la mañana. Una de mis hermanas, acompañada de otro hermano, está internada en el hospital. La habían operado hace poco más de una semana y ahora hay complicaciones, aparentemente debido a la mala intervención quirúrgica. Me informan del estado de ella, de los estudios aparentemente interminables que habrá que hacerle, de los varios días que deberá estar internada y así. Estoy a tres mil quinientos kilómetros de distancia e imposibilitada económicamente para acompañarla gracias a la crisis económica a la que nos lleva la falta de empleo y demás parafernalia de nuestros absolutamente indolentes, ignorantes gobernantes. Entonces, con esa luz roja encendida en mi cerebro y en mi corazón, sigo viviendo las horas de cada día, y hago mis deberes escolares con el miedo debajo, y preparo la comida con ese latido adentro, y voy a clases, converso con personas, alimento a mis perras y todo con ese miedo latiendo entre las venas porque un pre diagnós

Migrantes que duelen

Imaginen la foto donde una precaria balsa llega a la isla de Lesbos con refugiados. Imaginen las caras de las madres, el cansancio, el miedo. Imaginen que hay buenas personas esperando en la orilla y los reciben con paños secos y alimentos calientes.   Pueden imaginar también que una persona que se acerca a la barca recoge a una niña pequeña y llorosa y al abrazarla, siente una enorme responsabilidad. Eso es lo que vi en un video que no encuentro manera de compartir, y que me hizo escribir lo siguiente: Abrázala, dale calor,  seca esa húmeda sal  que le ha dejado el mar  después de su jornada. Cuídala.  no lastimes su preciado corazón,  no laceres su espíritu con indiferencia  ni provoques su llanto con desprecio. Es la semilla de nuestra humanidad.  Es el futuro que volvimos incierto,  dejando atrás los días al sol,  a las mañanas, a los trinos. Sopla un diente de león  para que sepas cómo es frágil y hermoso  y veas también cómo es semilla  que se

Quizá también soy noche

Es noche. Me levanto del sueño que no pudo envolverme y deambulo por la casa buscando los secretos nocturnos de las cosas, su palpitar oculto a nuestros ojos en el día, cuando la luz es un escudo bajo el cual se ocultan los rumores. Pensé en oscuridad al levantarme. No había descubierto cuánta luminosidad impone el hombre a la tersa negrura de la noche. Algo teme, por eso hay reflectores en el patio del vecino y lámparas en las calles y focos en los dinteles de las puertas. Teme a su oscuridad. Teme su lado oscuro. Que las tinieblas lo deje encontrarse con su lobo. Tiene miedo de ver el Gran Vacío cuando tiene que enfrentar la oscuridad. Prefiere que no reposen sus párpados acosados, que se cuelen incansables haces de luz por sus pestañas, en la vigilia o en el sueño, con el sonido de los días o los ladridos de las noches. Así que no hay secretos en las cosas, ya todo les ha sido arrebatado y ni siquiera tenemos memoria de los tiempos en que los objetos cobraban vida por las noches,