El tercero, finaliza. El recorrido por este aprendizaje ha sido en muchos niveles y no sin dificultades, exitoso pero sobre todo provechoso.
Estudiar a distancia requiere que una tenga disciplina férrea y pueda avanzar en solitario. Vemos el retrato de nuestros tutores y a veces el de los demás integrantes del grupo pero no hay una comunicación que identifique a todos o los acerque, de manera que avanza uno como por aquellos túneles por donde pasaba el tren: se sabe que son largos pero que en algún punto habrá luz.
Sé que algunos de mis compañeros tienen empleo y familia qué atender. Admiro su tenacidad y valentía y pienso que pueden hacerlo porque tienen esos pocos pero vigorosos años que les dan el coraje para seguir.
Las lecturas en este semestre fueron más difíciles porque estaban oscuras, con letras diminutas, parecían fotocopias de libros de hace años, y para colmo en pdf's que no podían modificarse. Fue debido al problema que hubo en plataforma y que les hizo perder toda su información tiendo que proporcionarnos de emergencia lo que consiguieron los tutores.
Al mismo tiempo retomé el proyecto del Festival Internacional de Poesía Palabra en el Mundo que se hace cada año, con las consiguientes horas y horas de organización y al fin lo celebramos a pesar del clima en contra y de la persistencia del viento helado, empeñado en hacer volar carpas y cosas, vencido por la férrea y alegre voluntad de quienes participamos.
También está el Diplomado que terminará en noviembre y que me depara gratos encuentros en sesiones amenas, bálsamo para mi soledad en los estudios de la licenciatura a distancia.
Los días de esta semana han sido diferentes: descanso, salidas con amigas, espacio con mis plantas, dibujos... y falta la poesía, que ahora sé que está gestándose en alguna parte mía y al rato brotará como siempre, como esa fuente sanadora que en su curso repara y deja espacio.
Son buenos esos días que duran cinco minutos, que no alcanzan, que roban sueño. Son días de sentirme viva viva.
Estudiar a distancia requiere que una tenga disciplina férrea y pueda avanzar en solitario. Vemos el retrato de nuestros tutores y a veces el de los demás integrantes del grupo pero no hay una comunicación que identifique a todos o los acerque, de manera que avanza uno como por aquellos túneles por donde pasaba el tren: se sabe que son largos pero que en algún punto habrá luz.
Sé que algunos de mis compañeros tienen empleo y familia qué atender. Admiro su tenacidad y valentía y pienso que pueden hacerlo porque tienen esos pocos pero vigorosos años que les dan el coraje para seguir.
Las lecturas en este semestre fueron más difíciles porque estaban oscuras, con letras diminutas, parecían fotocopias de libros de hace años, y para colmo en pdf's que no podían modificarse. Fue debido al problema que hubo en plataforma y que les hizo perder toda su información tiendo que proporcionarnos de emergencia lo que consiguieron los tutores.
Al mismo tiempo retomé el proyecto del Festival Internacional de Poesía Palabra en el Mundo que se hace cada año, con las consiguientes horas y horas de organización y al fin lo celebramos a pesar del clima en contra y de la persistencia del viento helado, empeñado en hacer volar carpas y cosas, vencido por la férrea y alegre voluntad de quienes participamos.
También está el Diplomado que terminará en noviembre y que me depara gratos encuentros en sesiones amenas, bálsamo para mi soledad en los estudios de la licenciatura a distancia.
Los días de esta semana han sido diferentes: descanso, salidas con amigas, espacio con mis plantas, dibujos... y falta la poesía, que ahora sé que está gestándose en alguna parte mía y al rato brotará como siempre, como esa fuente sanadora que en su curso repara y deja espacio.
Son buenos esos días que duran cinco minutos, que no alcanzan, que roban sueño. Son días de sentirme viva viva.
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