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Mostrando entradas de enero, 2013

Larga vida al Estú

Estuardo Escalante Durand. Q.e.p.d. Había una vez unos ojos mansos como lagos que cuando miraban, llenaban de miel el corazón. Su mirada era profunda y en sus aguas se bebía la más pura ternura. Guardaba de todo mal, cuidaba sin descanso a costa de su sueño y a cambio recibía toneladas de besos. Había una vez un corazón tan grande que sólo podría estar en la tierra en la forma del más hermoso perro. Cuando nos encontró, descubrimos que siempre sería un niño. Estuardo: ¿Cómo te hiciste viejito si siempre fuiste un bebé? Extiendes con tu pata tu ternura sobre el piso de este pobre corazón que te echa en falta. Fuimos felices juntos y tu ausencia es ingrata y fría como la sombra. Pero tu corazón de felpa se nos queda prendido por más que parezca que de tanto escurrir nos vamos a desaparecer. Hasta siempre, mi niño. ¡Larga vida al Estú!

Verde comienza el año...

¡Vaya! Me levanté para abrirle la puerta a mis perritas, y al sacar la basura al bote que está en la calle ¡sorpresa! encontré las paredes muy pintadas de verde bicho, verde grillo muy alegre. Dicen algunos que les molesta la retina por su poca discreción, pero yo creo que es por lo nuevo, y que con los días ese color efervescente se irá depositando en la rutina de los ojos que lo miran para que ya lo encuentren más al gusto, más "seriecito". A mí no me molesta para nada esta verdosa y alegre manera de iniciar el año. No todo el mundo tiene una casera que le da tamañas sorpresas, pues yo ni idea tenía de que fueran a pintar. Y a caballo regalado no se le ve el diente, así que de ninguna manera me quejo. Esa intensa o chillona verdosidad es para llamar la atención de cada día que venga, para que se ponga a tono y sea alegre, vivaz, brillante. Yo pensaba pintar algunas cosas en la entrada, alusivas a mi sala de lectura El Tapanco, y esto me dará pie a diseñar ese espacio p

Querida niña

                                            Para Yadi Tu miedo, tu dolor, dámelos, niña. Entrégame los cardos, la ceniza. Siente cómo derrite mi corazón tu pena. Entrégame el hielo de tu espanto: yo conjuro todo mal que te toque, te haya tocado o te tocare. Ven confiada a mi abrazo donde la luz te espera, niñña. El aroma del aprecio, a luminosidad del corazón, se hacen grandes para ti. deja esas noches, los sapos, las tinieblas, los verdugones y la náusea. Por eso estoy aquí: porque me toca quererte tan bonita y tan buena. Porque me gustan las flores como tú, tan puras. Quédate en medio de mi corazón y aprende a crecer como muñeca: tendrás los más lindos vestidos y amaneceres venturosos. En este corazón donde ahora vives no caben pesadillas ni maldades: está hecho para que tus manos adornen sus paredes y tu voz se desgrane con acento de pájaros. Entra en mi corazón, pequeña, donde recogerás un sello: e

Dolor de diente

Mis genes  trajeron por herencia una dentadura maltrecha desde sus inicios. Recuerdo mi infancia con problemas desde antes de mudar, y el reflejo de cubrir mi boca con la mano cada que reía porque un diente rebelde -al fin mío- se trepó en la encía, se puso negrito y no se quiso caer. La economía de mi familia hacía que estuviera fuera de toda consideración cualquier consulta médica, de modo que ante la resistencia del diente por irse, tuve que acomodarme a él, siempre acomplejada sobre todo en la escuela, porque pasé del kinder a la primaria con todo esa medallita negra en la boca. Un día la flamante esposa de mi tío Ramón me invitó a desayudar en su casa, un espacio que me encantaba porque era hermoso y tranquilo. Mi tía ponía servilletas de tela en la mesa, y en la hora de la comida siempre servía con pan. Además, tenía un piano y en su banquito guardaba montones de muñequitas de papel con sus vestidos y como yo era cuidadosa, me dejaba jugar con ellas. El desayuno fue quizá el má

Aquella mañana de Reyes...

Bueno, fue totalmente fuera de serie. Por un lado, los Reyes nunca nos traían nada, y por otro y un poco el mismo, tampoco esperábamos algo. Pero aquellas vacaciones nuestros primos llegados de México traían gran alboroto con eso y dijeron que teníamos que poner nuestro zapato aunque no escribiéramos una cartita. Mis hermanos y yo lo hicimos. Antes de que amaneciera, empezaron los ruidos de ratón, de papeles rompiéndose, de cosas que se desenvuelven... caminé hasta la sala donde estaban todos los zapatos y vi que algunos de mis primos ya se habían levantado y estaban sacando sus juguetes de los estuches. Increíblemente, a mí también me habían traído cosas: un juego de vasos pequeñitos, como tarros, de vidrio de verdad de color verde translúcido. ¡No lo podía creer! Para mí sola, un juguete que además me permitiría compartir con otros alguna excéntrica bebida de las que inventaba mezclando agua con plantas de las  macetas de mi buely... A uno de mis hermanos, una máscara narigona co

Primer día

Bueno, en realidad no es diferente de los otros, los que se fueron con el año pasado y dejaron un árbol sólo vestido de promesas que deberemos ir desenvolviendo a lo largo de los próximos meses. El frío es intenso, propicio para buscar el calor humano que nos entibie un poco las manos, el corazón, los pensamientos: la amistad de todos ustedes me hace pensar en un cuento que habla del diente de león que desparrama soles... Así que a seguir con entusiasmo, continuar los proyectos y emprender los que hagan falta. Cuidemos nuestro templo de salud, que el alma la tenemos a buen resguardo con tanto cariño que recibimos. A todas, a todos, va mi abrazo y mis votos para que la prosperidad y el amor cubran sus días.