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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Una última palabra en este año...

Gracias a todos ustedes que en todo momento me han hecho sentir acompañada, gracias por tantos que han mencionado que leerme aquí es como si tomáramos una taza de café, Cuando decidí escribir en este blog nunca imaginé cuánto ganaría en cariño y satisfacciones, cuánto aprecio sentiría por hacerme parte de sus días, por leer mis patoaventuras y acompañarme a lo largo de este año, uno más en el que las visitas se incrementan. Vayan hasta donde todos ustedes mis deseos para que mediante el arte, la poesía, logremos transformar este mundo que tanto hemos lastimado, y para que cada uno de ustedes logre sus propósitos y viva rodeado de paz y alegría. Ha sido un año difícil, revuelto, por momentos tan violento que nos ha hecho trastabillar la esperanza o el optimismo, pero aquí estamos todos nosotros, quienes creemos que sí podremos, con nuestro grano de arena, cambiar ese despropósito para lograr un amanecer que comienza con este nuevo año, esta otra etapa en la que seguiremos, codo a codo

Hace 39 años, en un día como hoy...

Hay fechas que recuerdo, aunque son muy pocas. Sólo tengo presentes algunos cumpleaños, y los aniversarios de otras cosas generalmente no están en mi cabeza. Pero en la fecha que puse por título ocurrió un gran cambio en mi vida, y por eso permanece. Aquel día no hubo agua en la casa, y acompañada por una de mis tías nos fuimos a unos baños públicos a darnos un baño turco porque yo necesitaba estar particularmente reluciente por la noche. En casa de mi abuelita, donde yo vivía, todo seguía normal: muchos niños, juegos, café a toda hora. En cierto momento de la tarde procedí a vestirme para la ceremonia: el vestido estaba listo, sencillo, y tenía yo una sensación rara porque jamás había usado antes un vestido largo, en agosto había cumplido 18 años, y era mi primera vez... en muchas cosas. Me quité los pasadores del cabello, que me quedó un poco rizado, y acomodé el tocado que había comprado en el centro con florecitas de migajón en tonos pastel. No encontré guantes. Al poco rato m

Y se termina el año

Convulso, extraño, violentado... pero aquí estamos, sin mella en la esperanza para seguir adelante, con el propósito firme de continuar proyectos: lectura, talleres en Oaxaca, Penal de Barrientos, El Zorrillo aquí en Ensenada... En fin, que no paren las buenas voluntades y los empeños para seguir poniendo ese granito de arena que forma los desiertos. El árbol está desnudo, dijo Mardonio, la ausencia de sus verdes orejas promete primavera, así que como el año, nos vestiremos de flores cada día que venga, flores de papel o de lata, pétalos de viento o nube. El árbol que era el año sólo está dormido, renovando su savia, tendiendo otro poco sus raíces para brotar de nuevo, para brindarnos otra oportunidad de hacer lo que queremos, lo que debemos, lo que disfrutamos... Felicidad puede ser cualquier pequeña cosa: ver una flor nacida del pavimento, escuchar un pájaro en el patio, sentir el abrazo del sol, así que deseo felicidades para todos en cada uno de los días que vengan, y que sus cor

Seguimos con la lluvia y la poesía

Paraíso de lluvia                                                                                                              Esta llovizna firme que me transforma en agua todos los recuerdos, que lava mis distancias y me las deja con olores intactos, que me lleva a los tiempos frutales de niñez, al territorio donde copos de nubes señorean. Esta lluvia,  digo, esta señora cantarina arrulladora de noches y mañanas que se presenta siempre con chales hechos bruma y se perfuma con café, coqueta; esta lluvia nutriente de los verdes, de cañales que le muestran reverencia y de flores que le ofrendan sus tres tiempos, es la lluvia que hermana los dolores que las almas terrestres adormecen. Es un listón de agua donde se anuda la sed. Un pájaro que vuela en gotas que jamás abandonan Paraíso. Es una lluvia que bautiza a sus mujeres y hace dulces sus voces. Es una lluvia propia, delgada y amorosa, sin truenos en la voz ni aguja

Un texto de la poeta Pilar Rodríguez Aranda

Estoy trabajando en este texto, lo pongo porque creo se relaciona al tuyo...  LAS HIJAS DE LA LLUVIA “Este país hay que quemarlo” Así dijo Socorro Soto, el 1er día del Encuentro de Mujeres Poetas en el País de las Nubes:  La República en la Voz de sus Poetas,  Ciudad de México, 4 de noviembre, 2012 El fuego purificador cenizas para cubrir nuestros rostros avergonzados huesos fusionados con la carne  sus entrañas calor que conforta y transforma Tamaulipas Baja California XX Durango Q Roo X Guerrero D F Oaxaca Ofelia: “que no termine, que sea una firma, un compromiso” Se menta tanto a la luna Abusada tan blanca y tan lejana No es espejo es espejismo No es reflejo es algo ya dicho luna pasajera abusada Saavedra, Carmen menciona otra vez al fuego el de los dragones el de las bestias el enemigo Tan fácil decir “yo no sabía” Es que nunca sabemos Hay siempre que estar preparados para la vida y para la muerte para el amigo y el otro y por supuesto, para la poesía Hay que despertar nuestros dra

Y ahora que llueve...

Herencia de lluvia Nací del agua y de las lluvias, de aguaceros brumosos, cantarines. Mis brazos ríos, laguna mi sonrisa. El agua de mi voz es manantial,  moja mi espíritu para crecer las germinales huellas de mis pasos. Nada mi voz en las pozas nenúfar azulado, pétalo que busca al mar. Nací del agua y de las lluvias, de tierra donde el agua es alegría y el corazón canción.

Un poema antiguo, de los que siempre duelen

Rimero I No he de beber la leche del seno de mi madre; no he de ser bienvenida porque nací marcada con figura pequeña, con la voz más desnuda que de recién parida. No he de sentir cobijo a la sombra   del nombre de mi padre. Ya murmura mi sangre    su cansado latido y regresa la voz con su sentencia. Ya me viene la niña de la angustia, la joven quimerista, la mujer temblorosa. Ya me vienen  la madre germinal, la hija no grata, la ramera triste, la india sola. Ya vienen todas a entrar en mi osamenta, este andamio de penas que apenas me sostiene. Siento bien cómo encaja en mi mano la otra mano de quien es señalada, la que tampoco tuvo del pecho de su madre una vacuna de calostro contra el designio de ser hembra. II No quiero ver silencios  instalados en filas; no detengo a los ruidos que el día deja tirados. Que se dejen las noches de pudrirme los sueños, déjenme entr