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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Visitación de la música

Estoy iluminada apenas por la lámpara del buró, tendida y arropada en mi cama con frazadas cálidas y perfumadas. Me dispongo a escuchar música, me recuesto respirando profundo. Los acordes comienzan de manera lenta y dulce, inundan la habitación tenuemente y subo el volumen para meterme más, para inundarme toda. Continúa la música y comienza la voz con sus distintos timbres y emociones... empiezo a sentir la resonancia en mi pecho, respiro un soplo distinto y armonioso. Sigue el sax, sigue el piano, sigue la voz cantando esos poemas que dicen cosas que conozco y siento. Me crece el pecho, me siento tan feliz, reconciliada, en paz. Nada desentona, todo es vibración por dentro y por fuera como una sola cosa. La luz pequeña de las lágrimas acompaña mi enorme dicha, mi sentimiento de estar aquí gozando de ser yo, de ser querida, de ser única, de haber recibido siempre tanto, de tener las manos y el corazón abiertos a la alegría y al amor... Sigue la noche. Mi memoria reciente

Para mis lectoras y lectores

Ayer he recibido comentarios anónimos de una lectora que conozco, de quien no sabía yo nada desde hace mucho, y me ha sorprendido gratamente su visita llena de cariño. La conocí porque era asidua al mismo café que yo, y nos saludábamos. Después le compartí que escribo en un blog, y luego dejé de verla. Los comentarios que ustedes, lectoras y lectores envían a mi correo, sus visitas, es lo que me obliga a escribirles. No puedo mencionarlos pero están aquí incluidos y tienen que saber que cada vez que escribo en este espacio -que es nuestro- no me ocurre como al principio, que lo consideraba mi diario. Ahora sé que otras miradas acarician estas letras y las convierten en conversaciones cálidas, cercanas. Estar con los demás, con los amigos, la familia, siempre me ha nutrido de especial energía. Ustedes lectoras y lectores, me han acompañado por las vicisitudes de la vida, me han dado sus palabras de aliento, me ha reconfortado su sola visita. Para ustedes gracias, brindo por la amis

Otro cumpleaños

Ahora es ella, la niña de mis ojos, Paola. Hace tres décadas y tres años que tuve la inmensa dicha de tenerla por primera vez en mis brazos, toda llena de rizos, con sus ojos inmensos. Ahora no tenía preparado el festejo debido a las molestias de mi columna y a varios compromisos que tuve que atender fuera de la ciudad y que me dejaron por consecuencia mi dolor y la inmovilidad... Pero con lo que había, preparé una micro fiesta: el mantel que le bordé cuando era niña con los dibujos del cuento de Blanca Nieves, y mucho papel de china con el que adorné las lámparas. Iris, otra de mis cómplices, me llevó a buscar el pastel, los gorros, los espantasuegras, los platitos dibujados y las velas. ¡¡¡Felicidades, hermosa!!! Sencilla, cómoda, íntimamente, en casa y con quienes comparten con nosotras el cariño, festejamos la alegría de estar juntas.

Fiesta en El Tule

Hace tiempo que había escuchado de este rancho, y tenía ganas de conocerlo. Fue hasta este jueves, precisamente el día 15, que se me hizo. El lugar antiguamente era una posta, calculamos que ahí descansaban y pasaban la noche los vaqueros o viajantes que venían de Maneadero  o Ensenada, y se detenían ahí para que las bestias descansaran de la subida. Ahora es un rancho donde hacen vino y queso, cuyo propietario, Don Heriberto, comenzó por hacer reuniones con sus amigos tocando música. Él siempre regalaba el vino, pero con el tiempo se fue haciendo cada vez más grande la reunión y un buen amigo le aconsejó que hiciera esas reuniones abiertas al público y cobrara el vino. Así es como sucede ahora, los jueves y domingos. El vino es rico, pues según supe, el tipo de uva que tienen sólo se da en ese rancho. Y además es barato. Generalmente la reunión es en el fogón, pero esta noche había mucha más gente debido al festejo de la independencia, así que estábamos por todos lados. La edifica

¿Piropos en estos días?

Me refiero a mis días, que son ya tantos. Me alegra muchísimo recibir algún piropo en la calle, porque sé que no se debe sino a una apreciación bien intencionada: no soy jovencita, no enseño la panza, no tengo pompa, etcétera. Supongo que los señores que me han lanzado piropos respetuosos por cierto, lo que ven es ese gusto por estar conmigo misma y aceptarme. A media mañana salí al banco a hacer un depósito porque resulta que la banca electrónica, adivinaron, no me funciona y dijeron los angelitos bancarios que debo cambiar mi Mac por una PC normal para que jale, o sea, como si ellos pudieran cambiar de cerebro, pero eso es otra historia y no me voy a desviar... Prefiero la parte buena de la salida al banco, que fue que una señora que estaba platicando con un señor en la banqueta de pronto me señaló y le dijo "Mira qué muchacha tan bonita, qué bonita va vestida". Le agradecí con todo mi corazón y convertida en sonrisa. Porque primero, me dijo muchacha, y luego me vio bon

El apagón

Todavía estoy sin saber nada sobre el apagón ocurrido en toda esta región: Ensenada, donde vivo, Mexicali, Tijuana, Rosarito, Tecate, San Diego y Los Ángeles, hasta donde me enteré recién ocurrió. Al parecer corrió la voz de que duraría 24 horas en retornar el servicio, así que salimos disparados a comprar pilas, velas y hielo para conservar la comida del refrigerador. En mi caso, encontré cerradas las tienditas, y en el supermercado no hubo hielo. Además estaba complicado manejar sin semáforos, así que preferí regresar a mi casa, no tengo tantas cosas en el refri y siempre tengo velas. Para mi joven vecina estar sin electricidad por varias horas es algo totalmente novedoso, y cuando le platiqué que cuando yo era niña no había teles ni refris en todas las casas, puso tremenda cara de asombro. En fin, esta fue una tarde-noche diferente, de silencio y luna, porque su luz alumbró a todas las personas que salieron de sus casas a conversar con los vecinos, y fue ocasión para recuerdos...

Lo que me dice Steinbeck

De ratones y hombres es el libro de John Steinbeck que me di a la tarea de leer. En resumen se trata de un disímil par de personajes: George es pequeño, ágil y de semblante serio. Lennie es un gigante con fuerza descomunal cuya mente no llegó quizá a los diez años. Juntos recorren campos de cultivo en California, trabajan donde pueden y viven al día. Pero son diferentes al resto de los trabajadores porque tienen el gran sueño de poseer un tramo de tierra y trabajarla para ellos, aunque claro, encontrarán dificultades para conseguirlo. Entiendo que el autor retrata a la condición humana, al hombre. Por un lado está el buen juicio, la inteligencia, la seriedad, pero en el otro está la fuerza, que aunque no fuera desmesurada, no sirve de mucho cuando no se sabe qué hacer con ella. Peor aún, puede ser destructiva y autoaniquilante. Un ser humano disectado es lo que veo en la novela. Un ser que enfrenta situaciones que pudiera controlar si pudiera vencer a los impulsos y prefiriera ref

Calor y reminiscencias

Ahora que estamos disfrutando este verano caluroso en Ensenada, recuerdo la primera vez que experimenté calor extremo. Porque en mi tierra el clima es benévolo y cuando sube la temperatura siempre tenemos a la mano ríos y arroyos para refrescarnos. Pero aquella vez yo tenía ocho años y acabábamos de llegar al puerto de Veracruz. Sentía como si respirara agua, los cabellos se me pegaban en la frente y los ojos, y jalar aire no servía de nada. Mis hermanos y yo buscábamos la manera de refrescarnos: si nos pegábamos a las paredes, estaban calientes. Si abríamos llaves de agua, igual. Los abanicos de cartón primero se nos desbarataban que quitarnos el calor... Simplemente quedamos como ligas estiradas, tirados en el piso inmóviles por el sopor, sin apetito y con el estómago inflado de tanta agua que tomamos,  pensando en las aguas cantarinas y frescas de Orizaba...

Desveladas

El sueño puede escapar por muchas razones: si estamos felices, infelices, enfermos, solos, preocupados... la mente comienza a roer el pensamiento que se desmigaja y multiplica, nos convertimos en una cajita con la misma música en todos los tonos sin que termine la cuerda, o al menos, no en las horas en que dura la noche que así se nos escapa con sus luceros y promesas de camas luminosas y lámparas acogedoras.