Bueno, con el frío se me congelan las manos, no quiero tomar agua, me aterra ir al baño, me dan ganas de quedarme en pijamas, me antojo de café a toda hora... y me duelen los huesitos.
El clima no ha sido intolerable, pero ha enfriado de un jalón en los últimos días, con rachas de viento fuertes y heladas, sobre todo por la noche, no se antoja salir.
En casa me instalo en el taller para terminar mi libro de arte, contestar mi correo, escuchar música, dar la clase a Sofía, departir con Adriana que vino a trabajar su libro, y esperar la visita cotidiana de la hija que acaba de entrar a trabajar.
Pero este día además de levantarme a tomar un poco de sol en el traspatio, poner ropa en la lavadora, levantar la cocina, hacer de comer, sacar a los perros... ¡estuve esperando la visita de mi hijo! Sí, vino de trabajo a Tijuana, Mexicali y Ensenada. A las once de la mañana tomó el autobús y cuando menos sentí ya estaba en la terminal, esperándome. Venía con mucha hambre y por supuesto que le encantó el pollo que hice estilo mediterráneo con pan blanco calientito y nuestro vino shiraz delicioso. Cayó rendido, y con el frío no se ha querido mover, sigue en mi cama desde hace rato cobijado con los perros.
A veces resulta un poco extraño, de vez en vez, volver a ver juntos a los hijos en mi casa. Porque tiene ya mucho tiempo que vivimos en lugares separados por muuuuucha distancia, y de repente escuchar sus voces y sus risas en la casa como cuando eran niños, me derrite el corazón, me pinta una sonrisa, me llena de alegría y agradecimiento y me hace que guarde esos momentos en un lugar más que especial.
Mañana Mauricio va a trabajar por la mañana y luego ¡veremos! a ver a dónde nos lleva la vagancia, ya sea en la casa o afuera...
El clima no ha sido intolerable, pero ha enfriado de un jalón en los últimos días, con rachas de viento fuertes y heladas, sobre todo por la noche, no se antoja salir.
En casa me instalo en el taller para terminar mi libro de arte, contestar mi correo, escuchar música, dar la clase a Sofía, departir con Adriana que vino a trabajar su libro, y esperar la visita cotidiana de la hija que acaba de entrar a trabajar.
Pero este día además de levantarme a tomar un poco de sol en el traspatio, poner ropa en la lavadora, levantar la cocina, hacer de comer, sacar a los perros... ¡estuve esperando la visita de mi hijo! Sí, vino de trabajo a Tijuana, Mexicali y Ensenada. A las once de la mañana tomó el autobús y cuando menos sentí ya estaba en la terminal, esperándome. Venía con mucha hambre y por supuesto que le encantó el pollo que hice estilo mediterráneo con pan blanco calientito y nuestro vino shiraz delicioso. Cayó rendido, y con el frío no se ha querido mover, sigue en mi cama desde hace rato cobijado con los perros.
A veces resulta un poco extraño, de vez en vez, volver a ver juntos a los hijos en mi casa. Porque tiene ya mucho tiempo que vivimos en lugares separados por muuuuucha distancia, y de repente escuchar sus voces y sus risas en la casa como cuando eran niños, me derrite el corazón, me pinta una sonrisa, me llena de alegría y agradecimiento y me hace que guarde esos momentos en un lugar más que especial.
Mañana Mauricio va a trabajar por la mañana y luego ¡veremos! a ver a dónde nos lleva la vagancia, ya sea en la casa o afuera...
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