No sé si sepan, pero les cuento que prácticamente todo el año pasado tuve café de Costa Rica en mi casa, en gran parte gracias a la generosidad de mi amiga Julia Matamoros. Hace un mes se agotó la dotación del que yo había comprado y el que ella trajo después, y comenzaron los problemas para surtirme de nuevo.
Ya sé que tenemos buen café en México, lo que pasa es que aquí en Ensenada no es que haya tanto surtido.
Mi amigo Fernando me dijo que el mejor café del país es de Chiapas, pero el único que encontré no me pareció gran cosa. Quienes me conocen saben que soy payasísima para el café, no puedo tomar cualquiera. Compré uno creo que de Oaxaca y resultó demasiado tostado, oscuro y amargo, y no me gustó. Total, que así han pasado prácticamente todos los días de diciembre y este mes, y varias veces he preferido tomar café de cereal en lugar de café malo.
El día de ayer pude ir a comprarlo al otro lado, encontré un café colombiano denominado Supremo, en grano entero. Y esta mañana, desde molerlo, el aroma fue excitante. Desde luego lo hice con chorreador, humedeciendo primeramente el café con el agua caliente antes de seguir colando. El resultado, un premio para cualquier sibarita del café: ¡supremo!
Ya sé que tenemos buen café en México, lo que pasa es que aquí en Ensenada no es que haya tanto surtido.
Mi amigo Fernando me dijo que el mejor café del país es de Chiapas, pero el único que encontré no me pareció gran cosa. Quienes me conocen saben que soy payasísima para el café, no puedo tomar cualquiera. Compré uno creo que de Oaxaca y resultó demasiado tostado, oscuro y amargo, y no me gustó. Total, que así han pasado prácticamente todos los días de diciembre y este mes, y varias veces he preferido tomar café de cereal en lugar de café malo.
El día de ayer pude ir a comprarlo al otro lado, encontré un café colombiano denominado Supremo, en grano entero. Y esta mañana, desde molerlo, el aroma fue excitante. Desde luego lo hice con chorreador, humedeciendo primeramente el café con el agua caliente antes de seguir colando. El resultado, un premio para cualquier sibarita del café: ¡supremo!
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Un beso.