Tengo esa enorme suerte que a veces me ha sorprendido, de haber dado -gracias a los buenos oficios de Iris- con un quiropráctico supereficiente.
Si bien las terapias no son dolorosas, las horas siguientes pueden ser incómodas. Pero el día de ayer, durante todo el día, ¡el dolor había desaparecido! Cuando desperté apenas lo podía creer. A veces ocurría que me sentía así al despertar, pero en cuanto me levantaba me daba cuenta de que el dolor era persistente. Y sin embargo ayer no, esperé por ver si estaba agazapado en alguna arruga de las sábanas y terminé por entender, con alegría, que NO tenía dolor.
Por la noche me tocó terapia y el día de hoy me siento atropellada y adolorida pero veo claramente que puedo mejorar. Eso me alienta el espíritu abatido con que anduve las últimas semanas, y sobre todo, el constatar, una vez más, que mi cofre de tesoros -mis amistades- sigue tan rebosante como siempre.
Desfilaron por la casa comedidas para que yo comiera y me pusiera cómoda, me hicieron compras y diligencias en el banco, me acompañaron, me escribieron dándome ánimos,me hicieron estos días menos dolorosos...
Así, ¿cómo no mejorar?
Comentarios
Una mujer como tu no puede estar quieta, asi que no dudo nadita que te mejoraras mas pronto de lo que crees. Tu espiritu no sabe de estar inmovil, ni sentado. Pido a Dios que pronto pase este tiempo doloroso fisicamente, y en el dolor te fortalezca, por aquello de que lo que no mata te hace mas fuerte. Animo mi animo. Un abrazo calido y largo.
Carmen Amato