Esta mañana, cuando me puse a llenar el bote con agua para regar las plantas de mi pomposamente llamado huerto, que es un bote de galón de agua, cuando iba por la mitad comencé a ver adentro unos colores verdes metálicos brillosos. Sentí algo como cuando está una viendo uno de esos cuadros que tienen muchos colores y de repente descubres una figura dentro. es una sensación especial, y al sentirla me quedé pensando si estaría pacheca o de dónde salió semejante portento de color. Y de repente: ¡patas! sí, patas. Ya más concentrada observé mejor y pude notar que era un bicho que en Orizaba llamamos mayate, uno de esos escarabajos grandes que parecen blindados, luchando por salir del agua que le daba de vueltas con su remolino.
Inmediatamente fui a vaciar el agua en el limonero y el animalito pudo asirse a terrón y caminar por la maceta. Intenté retratarlo a detalle pero caminaba febrilmente, quizá con el deseo de secarse, o no sé si podía detectar mis manos cerca e intentaba alejarme agitando las suyas, suponiendo que tenga.
El caso es que mi pequeño caleidoscopio verde fue suficiente para alegrar este día de intenso sol, este día sí de verano, de ir a comer con amigas al Porvenir y en un descuido, mover un rato el bote.
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