Así es, luego de una inexplicable e insólita errancia de Chihuahua al DF, y haber permanecido por meses en una oscura oficina, el paquete con la poesía del tendedero regresó a Chihuahua mediante los oficios de la Maga, quien tuvo a bien remitirlos a éste su temporal destino y hace media hora que tuve el paquete en mis manos.
Ahora Javier Zampoña, en Costa Rica, será el próximo anfitrión, si es que por fin este paquete inofensivo, sólo cargado con palabras, puede traspasar nuestra frontera, pues es algo que tengo intentanto por tres años. Las paqueterías locales no me admiten: que sean pedazos de tela, porque alegan que "no transportamos textiles"; o si son obras de arte, el precio es diferente (e imposible, diría yo), o hay que ir a la aduana para que me den una autorización, y así por el estilo.
Esta vez estoy tomando fuerzas para intentarlo de nuevo por otras vías, pidiéndole a Lety Blanco, de San Diego, que viene mañana, que se lo lleve en su auto y de allá lo despache a Costa Rica.
Como dijo el ciego: veremos!
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