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Mostrando entradas de febrero, 2010

Sobre la frontera

Sí, debo explicar que para mí la frontera fue, por mucho tiempo, algo lejanísimo en todos los aspectos, comenzando por el geográfico porque yo vivía en la capital del país, el D.F. Por tanto, pensar en viajar a los Estados Unidos implicaba tener una buena cantidad de dinero, primero para pagar el avión que ya sabemos que en este país es verdaderamente caro, y luego porque habría que llevar dólares. Total, poca gente podía hacer ese viaje y a mí ni siquiera me interesaba, al menos no mientras no pudiera conocer siquiera Oaxaca. Luego me vine a vivir al norte, y al cabo de un tiempo comencé a ver que la frontera es especial, es una especie de limbo porque ni está aquí, ni está allá, dijéramos a manera de Cantinflas. Porque para los norteños México está muy lejos y tienen más afinidad con los gringos por la simple cercanía, y porque si admitimos que la penetración cultural y comercial de los norteamericanos se echa de ver ya bastante en el centro del país, en la frontera es apabullante:

Curso de Calcografía

Apenas ayer me enteré de que nada menos que la maestra Pilar Bordes daría un curso de una semana en el Cearte, y conseguí todavía un lugar en el taller, así que comencé esta inesperada actividad que siempre me deja con la cabeza dando vuelts y sin poder dormir, imaginando montones de cosas para dibujar o pegar o pintar... Justamente estoy haciendo bocetos para una punta seca en acrílico y me gustó el tema de los acróbatas por su plasticidad. Por otro lado, la gripa ya se me declaró y habrá que convivir con ella unos cuantos días. Claro, amanecí en mi recámara con quince grados, casi la mitad de los que había en Costa Rica. El monólogo de la menopausia me fue requerido por segunda ocasión para su lectura creo que en próximos días en la Casa de la Cultura, y habré de revisarlo o escribir uno nuevo. Mati, el york terrier de Paola, está hospitalizado enfermito del hígado, estamos asustadas... Confiemos en que salga bien.

¡Ensenada!

Anoche fui al Parque Balboa en San Diego con David, el hijo de mi amiga Lety. Bellísimo, inmediatamente pensé que Julia querría ver esos árboles, distintos pero tan hermosos como los de su tierra. Vi la fachada del invernadero, con un estilo oriental hermoso, percibí el frescor de la noche, el aire frío, las luces de esa ciudad ordenada y silenciosa. Por desgracias no aprendí nada de Julia, pues no llevé mi cámara... Pensé en cuántos caminos me ha sido dado recorrer a lo largo de mi vida, pues comencé de niña, y la gratitud no cabe en mi corazón que se desborda. Esta mañana, finalmente, he llegado a mi casa. Lety me trajo en su camioneta porque fue conmigo a una sesión de reiki con Deyanira, que por cierto me dijo que regresé de Costa Rica completamente depurada. Después Lety se fue para su casa en San Diego, yo salí a comer con Alex -me atasqué de tacos de pescado y más tarde tuve náuseas-, esperé a que Paola llegara la casa con Edgar, la acompañamos a comer y tuvimos que enterarnos d

Bitácora del traslado

Contra lo esperado, pude dormir un rato en el trayecto al aeropuerto, luego de que Julia se levantara a las cuatro de la mañana para llevarme a la terminal para tomar el bus. El chofer puso su fiesta de boleros y mariachi pero pude dormir oyéndola entre sueños. Luego de echar los hígados en la rampa de subida para entrar al aeropuerto jalando mi maleta de 43 kilos, la mochila en la espalda y el maletín de la laptop, hice mi entrada triunfal para la fila del pago del impuesto, y luego a documentar para pasar a las revisiones, que me tomó tanto tiempo que no pude ya pasar ni cinco minutos en el tax free como esperaba. Total, ya trepada en el avión al menos pude todavía tomar café con leche Dos Pinos y al fin despegamos, pero tenía taaaanto sueño que ni siquiera pude contemplar a Costa Rica en la distancia, porque me quedé dormida, únicamente desperté cuando el instinto me dijo que había que mover el diente, y cuando pasaron con los papelitos para que llenara uno un titipuchal de datos pa

Buen término

Pues sí, todo termina, y mi estancia en este paraíso llega a su final en un día extremadamente lluvioso, como último regalo de Costa Rica en esta visita. Toda la noche parece haber llovido, y así amaneció y sigue el día. Evelsie va a preparar sopa negra para la comida, que se apetece por el frío, y el pobre Puffy se vino a acurrucar a mi cama luego de que pasó toda la noche afuera porque olvidamos abrirle la puerta a nuestro regreso del Club de Horror en casa del Dr. Carlos Aburto. Tengo casi lista la maleta, y no puedo negar que el estómago ya se me hizo nudo. Porque así me pasa por los viajes, porque como quiera será una despedida, porque llevo muchas cosas en la cabeza, porque tengo curiosidad de qué voy a encontrar a mi regreso... La casa que me abrigó durante mi estancia, con orquídeas a la entrada, y el adorable Daniel, que voy a extrañar tanto.

Casi últimas

No podía dejar fuera la foto de esta hoja seca, de tamaño impresionante y colores maravillosos... Claro, la encontré en Pocosol. La siguiente es desde la terraza, mirando hacia la laguna, donde apenas se nota una lanchita. En la finca de Julia y Juanjo, el baño es como se aprecia en la foto... ¡inspirador! Un restaurante donde desayunamos camino a Naranjo, en la lluviosa mañana. Ya en esa localidad, la vista desde la casa de la hermana de Juanjo. Al fondo, Cartago y San José. Al fin, una foto de Ciudad Quesada y luego Julia comprando la carne para el almuerzo.

Fotos

Esta es una mariposa nocturna o polilla que encontramos en el paseo nocturno, en la entrada a las cabañas. En donde se ve una mano, lo de color rojo es la víbora joven que había mencionado antes, pueden picar en la foto para que se amplifique y la observen mejor. No pude tomar foto de todo lo que vimos porque mi cámara es sencilla, pero pude tomar la de una ranita que estaba en una tabla que funge como mesa a un lado de la laguna. Una de las terrazas de las cabinas aparece envuelta en bruma, que es el manto casi permanente del bosque lluvioso. Al parecer mi fortuna anda de buenas, pues cuando estábamos en el comedor, de pronto escuché que algo cayó en mi plato, que ya no tenía comida, y al mirar escuché que los demás decían "¡Mire, una esperanza! ¡Qué buena suerte!". Y en efecto, .en mi plato, degustando lo que encontraba, una Esperanza de color verde tierno hermosísima...

Casi de regreso

Aunque me parece increíble, he pasado aquí prácticamente las tres semanas programadas. Tengo solicitudes insistentes para permanecer más tiempo pero no depende de mí resolverlo, aunque como imaginarán, no me faltan ganas. La semana pasada fuimos a Pocosol, a una estación biológica de la Asociación Conservacionista de Monteverde. Tienen cabinas para hospedaje verdaderamente cómodas y la zona del comedor es bellísima, Julia se hizo cargo de la reconstrucción y decoración con un éxito que le valió el reconocimiento especial de sus compañeros. Las mesas y sillas están hechas con bambú y madera con un gusto exquisito.Es un bosque lluvioso gigantesco cuya hermosura ni siquiera intento describir. Cuenta más de 300 especies de aves, y son incontables las de insectos y la fauna. Tuvimos un paseo nocturno con dos guías extraordinarios que así, de caminar en la densa noche, encontraban ranitas diminutas en la punta de una hoja, o una víbora zopilota al pie de alguna planta. Arañas, ranas, e inc

Informe del viaje

Las cosas han ocurrido en tumulto, comenzando por la precipitada decisión de viajar que prácticamente tomó Julia por mí. Horas después de mi arribo a su casa, al amanecer, salimos de vacaciones por cinco días a la zona de Uvita, y nos hospedamos en un hotel llamado RioTico, lugar maravilloso que tiene en sus alrededores parques marinos, ríos, montañas, bosque, playas de agua caliente y por si fuera poco queda a muy corta distancia de Sierpe, antigua ciudad bananera con gran peso histórico para Costa Rica, en donde se encontraron vestigios prehispánico consistentes en grandes esferas de piedra cuyo origen y manufactura son desconocidos. De regreso descansamos un día y nos fuimos a Monteverde donde conocí un hotel boutique llamado El Sol, cuya dueña, Elizabeth, es alemana y chamana muy cálida. El es simplemente un paraíso. Ahí tomé baños sauna, ritual de belleza y me metí desnuda a una piscina de piedra natural en medio de la montaña. Luego, mientras Julia estaba en una reunión de trabaj

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En este paseo sobran las palabras. El viaje es con Julia, Juanjo su esposo y Daniel, su hijo. Estuvimos en un hotel que tiene un concepto de tiendas de campaña a modo de cabañas, y a un lado corría un río. Tucanes en los árboles, y mariposas inreíbles por todo lado, entre otras cosas... La compañía, la comida, los lugares, la historia... todo verdaderamente maravilloso. En el mar, Julia fue a buscar paisajes por debajo del agua.